martes, 4 de mayo de 2010

GALVE, (TERUEL).


En territorio de dinosaurios y viajando con dos pequeños paleontólogos, ya se sabe que se han de tomar las cosas con calma porque la paciencia es una virtud en este tipo de profesiones.
Desde hace miles de años, la gente ha ido encontrando restos fósiles de dinosaurios y, según tengo entendido, de los restos encontrados ha surgió mucha mitología, pero el primero que se identificó como parte de un reptil gigante extinto, fue la mandíbula con dientes de un Megalosaurus, llamado así por el naturalista inglés William Bluckland en 1842.
Entre Aragosaurus, Trex, Velociraptores, Brachiosaurus..., no dejamos de aprender un montón de cosas interesantes. Fue como viajar en el tiempo, era fácil imaginar la tierra hace 65 millones de años cuando estaba habitada por estos gigantes tan fascinantes. No me extraña que los mamíferos fueran pequeños roedores. ¿Os imaginais lo que hubiera supuesto para el hombre compartir espacio con estos grandes seres?. Yo hubiera pasado los días encerrada en una cueva, bien escondidita, casi viviendo del aire, ¡cualquiera asoma el hocico con esos bichos fuera!.

En Galve, mientras dábamos un paseito, nos encontramos cara a cara con un dinosaurio. No pudimos identificar la especie, pero tuvimos claro que se trataba de un carnívoro y también supimos que estaba hambriento. Pedro y yo le rogamos que no nos comiera, porque al fin y al cabo el hombre no convivió con los grandes reptiles y es seguro que no formamos parte de su cadena alimenticia, pero este dinosaurio estaba un poco alterado y no atendía a razones, así que nos enfrentamos a él como pudimos. La historia terminó en que tras una larga negociación, comprendió que no merecía la pena comernos porque sabemos fatal y somos indigestos.

Hizo un tiempo estupendo, empiezan las amapolas a colorear la orilla de las carreteras, el monte expone diferentes tonalidades mientras las mariposas se pasean exhibiendo sus hermosos colorines perfectamente diseñados. Todo invitaba a sentarse junto al río para disfrutar del solecito. Un gran placer, para saborear lentamente, como el buen chocolate. Las primeras flores de la primavera empiezan a abrir sus pétalos a la vida, iluminan con sus diversos colores los paisajes. Los sentidos se agudizan con tantos estímulos, no creo que se necesite mucho más para ser feliz. Sentarse junto a un árbol, sin relojes a la vista, sin más sonidos que los que la naturaleza regala tan generosamente, es casi indescriptible, algo para deleitarse, para disfrutarlo intensamente más que para contarlo, una recarga de pilas, un llenarse de luz y de energía.

Me encantan los ríos, por pequeños que sean, siempre he sido más de río que de mar. Los ríos son grandes desconocidos y creo que se infravaloran, que se descuidan, que se hace un uso indebido y abusivo de ellos. Cuando estoy cerca de un río es inevitable que me vengan a la cabeza las coplas de Jorge Manrique a la muerte de su padre. En el colegio me tocó aprenderme la número tres de memoria para recitarla: "Nuestras vidas son los ríos que van a dar en la mar, que es el morir...". No creo que fuera casualidad, esa copla me eligió, tamborilea muchas veces en mi cabeza, porque cierto es que somos como el río y como el río deberíamos fluir por las arterias de la vida.

La Sílfide, ser invisible del aire transformada en Nereida, ninfa del mar, cantó su particular canción. Espectáculo sin precedentes que se desarrolla sobre un miniescenario en forma de pequeña roca y cuyos únicos espectadores son mis dos locos bajitos, muertos de la risa todo sea dicho de paso, y mi Pedro, dando fe con la cámara de fotos de que, de vez en cuando, se me desenrosca un tornillo, y pasa lo que pasa.

Los chopos llamaban la atención por su avanzada edad y su forma peculiar, invitaban a dar un paseo junto a sus gruesos troncos. Un auténtico campo magnético al alcance de nuestras almas.

Mi Pedro con mis niños, de regreso a Galve.

Un viejo molino, semiderruido, casi llegando a la población. Galve es un pueblo chiquitín pero muy interesante y con mucho que ofrecer. En la época de los dinosaurios era un mar con clima tropical, así que en este lugar han aparecido restos fósiles muy importantes e interesantes, únicos algunos como el del Aragosaurus. Merece la pena visitarlo si quereis conocer más sobre estos enormes ex habitantes de la Tierra. Ha sido este, un fin de semana verdaderamente instructivo y si teneis ocasión ¡os recomiento uno igual!.

6 comentarios:

alicia dijo...

Ahh, qué bonito sentarse a la orilla de un río a tomar el sol! Qué solecito más bueno que hacía!! A mi me encanta la primavera, es mi estación del año favorita. Estos fines de semana son los que alimentan la semana trabajadora. Muchos besos!

Lorena dijo...

Alicia: Sí, es cierto que de estos fines de semana se sacan las energías para soportar los largos días de trabajo. Relax total, me quedaría en un sitio así durante horas, se agradece el sol cuando la temperatura es tan buena. Besets

carmen dijo...

Lorena, describes tan bien las cosas y haces unos comentarios tan buenos que luego se me ponen los dientes largos. Me alegro que disfrutaras y lo pasaras bien, es verdad que en la primavera da gusto salir al campo, las flores y la hierba estan preciosas y este año más con lo que ha llovido.
Besicos.

Lorena dijo...

Carmen: ¡Muchísimas gracias Carmen!, la verdad es que tuvimos mucha suerte con el tiempo y eso influye mucho en que la estancia sea más placentera, con un tiempo así se saca mucho más provecho. Un abrazote y ya sabes, a disfrutar de Aguas Vivas.

Aniwiki dijo...

Me ha gustado tu excursión, he viajado a Galve sin haber estado físicamente allí. Estaba pensando y no sé si soy de río o de mar, pero creo no podría decantarme por ninguno. Cada cosa tiene su lado, es como decantarse por papá o mamá :) Creo que el río te da lo que el mar no puede darte, y el mar te da lo que el río no tiene. Uys, que líos estoy escribiendo. Si me animo a lo mejor le dedico un post a los ríos y los mares :) Gracias!

Lorena dijo...

Aniwiki: Muchas gracias!!, la verdad es que tienes un poco de razón en tu posición, entiendo que para tí sea una decisión complicada lo del río o el mar, pero es algo así como playa o montaña. Yo me quedo con la montaña y con el río, me aportan sensaciones al espíritu que en el mar me cuesta más percibir, aunque también es cierto que ¿a quién no le gusta el mar?, un lio, sí, haz un post a ver si nos aclaramos, jajajajaja