viernes, 7 de mayo de 2010

¿CREEIS EN LAS HADAS?


"-¿Sabes, Wendy? , cuando el primer niño rió por primera vez, su risa se rompió en miles de pedazos que se fueron dando saltos, y así fue cómo aparecieron las hadas. Y por eso tendría que haber un hada por cada niño y cada niña.

-¿Tendría que haber? ¿Acaso no es así?.

-No. Ahora los niños saben mucho y pronto dejan de creer en las hadas, y cada vez que un niño dice “No creo en las hadas”, en algún lugar hay un hada que muere. "

Me resistí a matar la niña que fui. Me resistí con todas mis fuerzas. Mi cuerpo cambió, mi mente cambió, pero puedo decir que la niña que era, la de los dos años, la de los cinco, los nueve, los doce, sigue latiendo en mi interior, más viva que nunca, continuamente presente, porque lo que fui es lo que soy, sigo siendo por fortuna un poco Peter Pan. Y sí, creo en las hadas, para que no se apague su brillo y no se mueran jamás.

Últimamente, ando pensando mucho en la manera en que la sociedad y nosotros mismos influenciados por ella, robamos, de alguna manera, la infancia a los niños. Mi lógica me dice que un niño tiene que correr, bailar, cantar, gritar y saltar, porque su principal capacidad espiritual es la alegría. Sin embargo, observo a los padres ordenándoles que se estén quietos, que no pisen los charcos, que se sienten porque van a romper el jarrón...observo a los niños terminar el colegio un viernes e irse a casa cargaditos de deberes pendientes y obligados a estudiar para el exámen del lunes. Tienen deberes toda la semana después de sus cinco o seis horas de clase, ¿también tiene que ser así el fin de semana?. Pienso que cuando uno termina el trabajo no se lo tiene que llevar a casa, porque esos cerebritos necesitan desconectar, como todos.
Ayer leí una frase de Meg Blackburn donde dice: "No apoyamos a los niños del presente y no les proporcionamos los cuidados que exigen sus dones innatos. En consecuencia, esos niños experimentan dificultades en todos los ámbitos de su vida.", los adultos andan obsesionados con cambiar a los niños, sin mirar primero que es lo que deberían cambiar en sí mismos. Muchos les piden a gritos que no griten, les mienten y les piden que no mientan, y el niño recibe un montón de mensajes contradictorios.
Todo esto me hace pensar en que si un día tengo un hijo, mi forma de enfocar la infancia, el desarrollo del niño, me va a traer problemas, va a ser un choque frontal con la sociedad en la que vivo. A mí me gustaría hacer como el padre de Félix Rodríguez de la Fuente, que dejó que su hijo fuera libre, que viviera en contacto con la naturaleza los primeros años de su vida, aprendiendo de lo que veía, de los juegos, de la lectura, y aprendió mucho, sin duda. No lo escolarizó hasta los diez años y después llegó a tiempo para todo. Igualmente sacó adelante sus estudios, su carrera, y tuvo el enorme privilegio de vivir su infancia como se debe vivir una infancia a mi modo de ver, porque la infancia son los cimientos, la base de todo lo que viene después.
Me gustaría tener otras opciones que no voy a tener si un día se da el caso. Soy muy de la filosofía de Rousseau que entiende que no resulta muy conveniente llenar a un crío de convencionalismos sociales, que recomienda a los educadores “Comiencen por estudiar mejor a sus alumnos ya que no los conocen”. Cada hombre tiene su forma propia, según la cual necesita ser dirigido.

Rousseau: "Le acostumbraís a que siempre se deje guiar; a que no sea otra cosa más que una máquina en manos ajenas. Queréis que sea dócil cuando es pequeño y eso es querer que sea crédulo y embaucado cuando sea mayor". Y propone:
-Considerar los intereses y capacidades del niño.
-Estimular en el niño el deseo de aprender.
-Analizar qué, y cuando, debe enseñarse al niño en función de su etapa de desarrollo.

No os penseis que mi manera de ver la educación va de la mano del libertinaje. Creo firmemente en la disciplina, considero que es necesaria, pero también pienso que combinarla con una gran dosis de amor y un desarrollo natural de la personalidad infantil sería perfecto para el espíritu y la salud mental de las gentes del mañana. Para que los niños no olviden a las hadas antes de tiempo.

Pd: Esto es una utopía, lo sé, pero me apetecía contarla.
Foto:Aquí.

4 comentarios:

Javier Ferrer dijo...

Estoy completamente de acuerdo, a los niños hay que dejarles ser niños, que corran y griten, que se diviertan, que no pierdan la magia. Verles sonreír es uno de los mayores regalos que nos da la vida.

Lorena dijo...

Javi: ¡Qué Sorpresaaaaaaaaaaa!, bueno, ¿qué te voy a contar yo a tí?. A mí me parece que lo de ser padres tiene que ser la cosa más difícil del mundo en muchos momentos, pero también la más bonita. Y sí, la infancia ¡es tan corta! que es maravilloso que sean ellos mismos, con sus sonrisas auténticas y su imaginación desbordada, sin que les corten las alas ni los sueños. ¡Disfrútalas mucho!, tienes dos princesas preciosas. Besotes a los cuatro!!

Perico dijo...

Creo que el libro de Rousseau, Emilio, vale la pena leerlo.

Me ha gustado el post rubia :)

Lorena dijo...

Perico: Gracias tete!, 1000 veces Tvo.