jueves, 30 de septiembre de 2010

CARLOS SANZ. "AMIGO LOBO".


Félix amaba a los lobos, todo el mundo sabe esto. Siempre se acordaba de las personas que formaban equipo con él. Entre esas personas, estaba Carlos Sanz, un biólogo que ha dedicado su vida al lobo, además de hacer muchísimas otras cosas, documentales como "Pacto con lobos" y un largo etc, porque el currículum de Carlos es muy extenso. Todos tenemos mucho que agradecerle. Pero por desgracia, las personas que dedican su vida a la conservación, a la educación, a esta lucha contracorriente que supone la defensa del medio ambiente, parecen permanecer en un segundo plano, no son conocidas salvo en ese mundillo, y esto a mí me parece una injusticia, porque estas personas, entre ellas Carlos Sanz, trabajan en realidad para todos, para los que no tienen voz, para la humanidad y para la madre Tierra.

Cuando decidimos ir a Portugal, buscamos información porque nos parecía tremendo que no hubiera un centro de recuperación del lobo ibérico en España, pero, por desgracia, es así. Todos los caminos nos conducían a Carlos Sanz, que sabe lo que no está escrito. En casa lo conocíamos, teníamos revistas con artículos muy interesantes escritos por él, lo admirábamos por su valentía, porque al lobo le rodea una leyenda negra alimentada por la ignorancia que ya dicen que es muy atrevida, y estoy segura que en su defensa habrá tenido encontronazos poco agradables, pero gracias a personas como él, aún quedan lobos y esperanza.
"Amigo Lobo" es una exposición itinerante dedicada al Dr. Félix Rodríguez de la Fuente. Estoy deseando verla y en cuanto pueda me escapo donde haga falta para disfrutarla, que seguro que merece la pena el viaje.
Quiero agradecer a Alberto Quero el facilitarme el contacto con Carlos, y a Carlos, la santa paciencia que ha tenido con mis eternos correos llenos de interrogantes y como él dice, de "rollo", que en eso tiene razón, que me enrollo como una persiana. Una vez más he comprobado que los más grandes son los más sencillos.
Fotos: Son de la web de Carlos Sanz, que la lleva al día Alberto Quero, su webmaster, y merece la pena pasearse por ella para saber más sobre este hermoso animal:
Web.
Blog.
Blog de Al, El amigo de los animales:Aquí.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

FIN DE UN VIAJE HOMENAJE.


Fuimos al centro de interpretación de las salinas, donde un aficionado a la geología, que se llamaba Jesús, nos explicó todo sobre la sal, y nos dejó asombrados por la cantidad de cosas que no sabíamos y que acabábamos de aprender.
Jesús me pareció una persona muy interesante. En su momento, creó campos de trabajo en la naturaleza, y al final desistió de seguir con ellos por la falta de entusiasmo de la juventud. ¡Qué pena que no estuvieramos nosotros por allí!. El caso es que ha tirado la toalla en ese sentido.
Mientras charlábamos con él, dijo algo sobre Félix que me llegó al alma. Dijo que de aquí a treinta años nadie sabría quien es, ni a nadie le importaría la labor que hizo o dejó de hacer, porque las nuevas generaciones no lo han vivido y ni fú ni fá. Tuve mariposas en el estómago...vértigo, ¿podría suceder algo así?.
En la foto de arriba, podeis ver el palacio de los marqueses. En 1530 Carlos V creó el marquesado de Poza a favor de Don Juan Rodríguez de Rojas, familia que poseía la villa y sus salinas desde 1298, y construyó el Palacio.

Tras la visita al centro de interpretación, decidimos ir al lugar donde se ha llevado a cabo durante tantos cientos de años la extracción de sal. Al pasar por la puerta de la iglesia, allí estaba Domingo, viendo pasar la vida. De nuevo nos dió conversación. Se emperró en darme un palo para hacer la ruta senderista de las salinas, según él, nadie hace esas excursiones sin un palo en la mano, porque hay serpientes. Ya me dejó sembradita una buena dosis de paranoia, y con ella me fui de excursión, sin palo, a pecho descubierto, como se suele decir. No sé que pretendía que hiciera si se cruzaba una serpiente en mi camino, pero si soy incapaz de matar una mosca, ya me explicareis como le doy a una serpiente que probablemente esté tan asustada como yo, ¡ni pensarlo!.
Arriba: Foto de un antiguo almacen de sal, donde muchas veces dormían los dueños para evitar robos.

Tanto insistió Domingo en los peligros, que el miedo se instaló en mi. Flaco favor me hizo con tanta advertencia. Así que, al principio del camino, cuando ya vi que había maleza y un sol magnífico para que todos los reptiles salieran a disfrutarlo, agarré una pequeña rama del suelo a la que bauticé como rama espanta-serpientes. Desarrollé una técnica única en el mundo que consistía en barrer con mi ramita, el camino por delante de mis pasos. Pedro me decía que eso no servía para nada, pero yo estoy convencida de que si hubiera salido una serpiente, primero hubiera atacado a la rama y a mí me hubiera dado tiempo a reaccionar, supongo que dando saltos y gritos, haciendo de nuevo, lo mismo que hice en Singapur cuando una serpiente se encaró conmigo, que es todo lo contrario de lo que se debe de hacer cuando una serpiente aparece, pero bueno, ya dice el refrán que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra.

En la foto de abajo, ¿podeis ver el perfil de Félix?, porque en Poza hay gente que asegura que es él. Cosas de la naturaleza, que talla piedras haciendo figuras que te recuerdan a quien tú quieras que te recuerden. Muchas personas ven su perfil, y de hecho, se hizo un proyecto para terminar de tallarlo. Jesús decía que tratándose de un homenaje a un naturalista, no entendía porqué dar forma a algo que tenía su forma natural. Ahí estábamos de acuerdo. La naturaleza es como es, y meter la mano es un error. No creo que a Félix le hubiera gustado, como buen conservacionista.

Lo que veis en la foto de abajo, no es nieve, ¡es sal!. Estas zonas blancas que dibujan el paisaje de manchas y se encuentran a lo largo de todo el recorrido, se llaman espumideros, o algo parecido. La sal brota. Sal fósil. Nos contó Jesús que antes hubo un mar donde hoy está Poza de la Sal, y de ahí que todo esté repleto de sal, un mar fosilizado, ¿os imaginais?, cubierto de capas de tierra, que sale de nuevo a flote en forma de sal. Descubrimos también, la cantidad de porquería que meten a la sal para que no se apelmace, así que nos vinimos cargaditos de bolsitas de sal natural del pueblo de Félix.

Abajo podeis ver unas salinas que una familia sigue utilizando.

Abajo, salinas abandonadas, arriba, salinas repletas de sal, trabajadas.

La foto de abajo me recuerda unas palabras que dijo Félix, cuando contaba que de pequeño se dedicaba a pasar las horas mirando volar a las aves, observando a los animales: "Qué incitaciones a viajar, a ser libre, a enfrentarme algún día al mundo con la libertad absoluta con la que lo hacían las águilas y los buitres de mi infancia".

Así que, en un dibujo sobre Félix, no pueden faltar aves majestuosas. A mí también me gusta salir con Pedro a observar aves. El mundo de la ornitología es alucinante, pero es cierto que tengo un verdadero pavor a cogerlas, menos mal que para eso está mi Pedro, que viene de donde haga falta para ayudarme a recoger a todas las que me encuentro heridas. Eso sí, observarlas me fascina, y leer sobre sus mundos, sus viajes, su libertad. No me importaría nacer ave en otra vida.

Y aquí estamos Félix y yo, mano a mano. Me gustó sentirme cerca de él. Era como si una estrella hubiera descendido para hacerme compañía. Indescriptible. No podía ser objetiva con tanto batiburrillo dentro de mi.

A mi Pedro le tenía harto, y la verdad es que tengo un marido que no me lo merezco, el mejor marido del mundo, con más paciencia que un santo. Resulta que la menda, "osease", yo, sólo quería pasar por delante de la casa de Félix. Fueramos a donde fueramos tenía que dar un rodeo para volver a pasar por allí, y mi Pedro concediéndome el deseo. Cada vez me preguntaba: "¿otra vez?", y yo le decía: "pero chuli, por favor, es que me lo pide el corazón...", hala, paseo arriba, paseo abajo. La calle más pisoteada de Poza de la Sal.

Miraba las ventanas del piso de arriba, la ventana de la habitación donde nació Félix, y me costaba bien poco imaginar a ese niño lleno de curiosidad asomado para ver nevar: "¡Qué bonita es la nieve!Yo me despertaba en mi pueblo burgalés, pueblo de muchas nieves, y me decían:-¡Félix!¡Ha nevado!. Saltaba de la cama y miraba embelesado el tejado de la casa de enfrente, cargado de nieve, blanca, blanquísima, prometedora. Y los chuzos de hielo que pendían del alero del tejado..."

Mientras leíamos la biografía de Félix, que seguimos recomendando, había un lugar que sentimos la necesidad de visitar. Él mismo nos lo explica:"La cueva de la Verana es una oquedad tallada en una colina rocosa, en la que no me cabe la menor duda de que alguna vez habrá vivido el hombre prehistórico. Una oquedad que tiene la particularidad de que, aparte de la entrada, que es más pequeña que la concavidad de la bóveda, tiene una comunicación con el exterior a la que nosotros llamábamos la chimenea...la cueva nos entusiasmaba."

Félix: "Nos quedábamos en la cueva de la Verana y hacíamos fuego. Previamente habíamos acarreado ramas de boj, de aulagas, de tomillo, olorosas matas que luego encendíamos en la cueva...y cuando ya era todo puro rescoldo, y nuestra pequeña caverna estaba iluminada por la luz vieja del fuego semiapagado, mientras en el atardecer del pequeño horizonte que se vislumbraba por la boca de nuestra cueva se recordaban las últimas siluetas de los buitres, metíamos patatas para asarlas en las cenizas."

Subimos a la cueva atravesando la montaña, porque no hay sendero. Nos emocionó llegar hasta ese punto mágico, que se alza sobre el pueblo, donde en sus paredes se ven los restos de las fogatas, quizás las que hizo Félix con sus amigos. Un lugar donde una se siente más cerca de aquel hombre que llegó al mundo para ponerlo del revés.
Me contaba una mujer del pueblo, que Félix iba junto a su amigo Tomás, por las noches, a escuchar aullar los lobos.
Me crucé dos o tres veces con un hombre octogenario, que reconocí por las fotos de la exposición, era un señor de la pandilla de "Dios te libre", de los que subían junto a Félix hasta la cueva de la Verana, pero me faltó valor para acercarme a darle conversación, y con eso me quedo, ¡imaginar la cantidad de cosas que me hubiera podido contar de su infancia!. El caso es que, al ver a los que fueron sus amigos, tan mayores, con sus sombreros, apoyados en un bastón, no me imaginaba a Félix allí, veía al niño, pero no podía imaginarme al anciano. Hay personas que jamás envejecen, y supongo que en el destino estaba que Félix permaneciera siempre en la memoria repleto de vitalidad, toda la que él tenía.

Ahí podeis verme, en la foto de arriba, haciendo malabarismos en la cueva de la Verana. Dando por concluido este viaje tan especial, tan del sentimiento. Puede ser que la muerte termine con todo. Puede ser que se caiga en el olvido. Pero también puede ser que suceda al revés, que permanezcas, que seas eterno en el recuerdo.
Hay personas que nunca mueren, personas cuyo legado sigue latente.
Nunca muere aquel cuyas huellas seguimos, y ahí andamos, tras sus pasos. Dando forma a sus palabras. Caminando tras de él, desde Alaska hasta Poza de la Sal, para que como los aullidos del lobo, siga sonando, esparciendo su mensaje. Para que nunca jamás desaparezca.

lunes, 27 de septiembre de 2010

POZA DE LA SAL.


Cuando nos perdimos por las calles empedradas de Poza de la Sal, me faltaba ver a Félix girando la esquina para toparse de frente con nosotros, ojalá eso hubiera podido suceder, pero al menos, nos conformamos con ver el escenario que tan bien describe él en su biografía, donde se recogen numerosos escritos que dejó, en los que habla con un cariño profundo de su pueblo, de su infancia, de su pandilla de "Dios te libre".

Fuimos a visitar una exposición sobre su infancia en un pequeño museo que hay junto al ayuntamiento y junto a una chica que se estrenó como guía, salimos a conocer los rincones por donde Félix solía corretear. Al ver nuestra pasión por Félix, buscó a Policarpio, un amigo de la infancia con el que no tuvimos la suerte de topar, porque le gusta recordarlo, y yo hubiera disfrutado de lo lindo.

Me sentía un poco rara, emocionada al pensar que quizás conociera a personas que habian tratado con él, como así fue después. Tenía muchas ganas de saber cosas, anécdotas...

Poza de la Sal recuerda a Félix, aunque pienso que el mejor homenaje sería seguir sus pasos, y por lo que pude charlar con alguna persona que se mueve en el mundo de la naturaleza, allí está todo parado en ese sentido. Desde luego, tras ver el estado de abandono del monumento del Páramo de Masa, no me sorprendió, pero se me encoge el corazón.

Abajo, la iglesia de San Cosme y San Damián, una iglesia como otra cualquiera, hasta que se visita su interior y la primera impresión es, nunca mejor dicho, impresionante. Su construcción data del Siglo XIII, y allí teníamos al amigo Domingo vigilando que todo el mundo cumpliera las normas, y una de esas normas es no tomar fotos, así que nos dedicamos a disfrutarla para grabarla en el recuerdo.

Dentro de la iglesia hay varios retablos preciosos y muy bien conservados. Domingo, mañana y tarde, se encuentra allí cumpliendo con su tarea de abrir la iglesia al público. Tiene una llave de la puerta de entrada que pesa una tonelada, verdaderamente grande, vamos, que no es fácil de perder. Como no, estuvimos charlando de Félix y nos contó una cena que compartió con él, así como cosillas que nos dibujaron la sonrisa. Dice que cuando iba al pueblo, solía perderse en el monte y no era fácil de ver. Ya lo dice el refrán, la cabra...
El caso es que a Domingo le caímos en gracia y nos enseñó algunos secretos de la iglesia, secretos que esa misma tarde, una mujer del pueblo me explicó que ella no los había descubierto hasta bien mayor, así que me podía considerar muy afortunada. Compartió con nosotros su peculiar forma de tocar las campanas. Dice que su compañero toca tres campanadas a cada minuto para llamar a misa, lleva un control, pero Domingo esto se lo salta a la torera tocando las que le parece y que se den por enterados, así que en nuestra presencia tocó 37 veces la campana y se quedó tan ancho.

La sacristía tampoco tiene desperdicio, es una de las más bonitas que he visto tratándose de una iglesia de pueblo. Claro que Poza, con el tema de la sal, fue importantísimo en su momento.

Describe tan bien las cosas Félix, que en cada rincón de Poza, me parecía verle de niño. El lugar donde quedó cuando fue invitado con doce años a la batida de lobos que tanto le marcó, el rincón del zapatero ornitólogo, los tejados casi unidos en las estrechas calles donde cuenta que se formaban túneles de hielo de tanta nieve como caía...

La sal siempre presente, aún se ven cajas de sal secándose al sol en la puerta de alguna casa. Contaba Félix como se bañaban los niños en las salinas, flotando que ni en el Mar Muerto, para después meterse en el río o en los lavaderos donde las mujeres se dejaban las uñas frotando la ropa.

Y llegamos a su casa. Pienso que su casa tendría que ser un museo, sin embargo, pertenece a un particular que la compró a la familia. Dice Pedro que menudo castigo para el hombre que la compró, yo pienso todo lo contrario, menuda suerte... La casa que le vió nacer. Las ventanas por donde asomaba la cabecita en busca de los nidos de los vencejos, o por donde descubría que los primeros copos de nieve empezaban a caer, o donde vivió un tiempo el zorro Tití hasta que por el olor insoportable le tuvieron que buscar otro lugar. La casa donde le leían los cuentos, de la que salía para perderse por el pueblo, y a la que volvía cuando el hambre acechaba para reponer fuerzas y seguir correteando. Una infancia feliz, vivida y sentida, disfrutada, libre, porque no fue escolarizado hasta los diez años. Así que las anécdotas se iban acumulando y el hombre que fue, se iba dibujando en este precioso pueblo burgalés.

domingo, 26 de septiembre de 2010

EL CASTILLO DE POZA DE LA SAL.


Poza de la Sal. Ese es el lugar donde tiene que comenzar o terminar un viaje en el que se siguen las huellas de Félix Rodríguez de la Fuente. Es el lugar donde nació, el lugar donde creció y el lugar que le marcó. Leyendo su biografía, es fácil darse cuenta de que amaba estas tierras profundamente. Creció rodeado del paisaje del páramo, de las salinas, de los vuelos de los halcones peregrinos, de los lobos...Una infancia que modeló al hombre que después sería, en plena naturaleza, libre, le permitieron ser niño en un entorno en el que su curiosidad infantil pudo ser satisfecha.

La primera parada la hicimos en el Castillo, antes de llegar al pueblo. Poza de la Sal, tuvo una gran importancia hasta el siglo pasado, gracias a la sal que se encuentra bajo el suelo. En busca de este mineral, pasaron por este lugar los romanos, visigodos, nobles y reyes en la edad media...hasta el siglo pasado. Un pueblo fortificado, con riqueza y esplendor, que peligraba de ser atacado en tiempos de penuria, por este motivo la familia Rodríguez de Rojas, mandó construir este castillo en el siglo XIV.

Subimos al castillo, abierto al público de par en par, de acceso totalmente libre, y cuando llegamos arriba, un señor nos recibió con muchas ganas de charlar. Lo primero que nos dijo fue: "Esto es un timo". Lo del timo no lo entendí muy bien porque no habíamos pagado nada, ni tampoco se nos prometía nada. Después añadió: "¡Y encima, es que no se han molestado ni de asfaltar el camino de entrada!. ¡Tienen esto abandonado!". Pedro y yo nos miramos en el acto. El castillo está en el monte, y el monte no se asfalta. No contento con esto nos dijo: "Vimos un castillo hace poco en otro pueblo, nos cobraron tres euros, y allí tampoco había nada". No sé yo que esperaba encontrar este señor en un castillo como el de Poza de la Sal, en el que os aseguro que las vistas son impresionantes.
Cuando este señor se fue, nos hizo reir un rato, porque todos nos enteramos de que se iba. Durante unos minutos, escuchamos los pitidos de su coche sonando repetidamente en cada curva que se encontraba en el camino. Todo un personaje.

Unos minutos después, confirmamos de nuevo, que el mundo depende mucho de los ojos que lo miran. Llegó una familia con cuatro niñas, y una de ellas exclamó al ver las vistas: "¿Ves abuelo?, ha merecido la pena subir hasta aquí, es precioso". Nosotros pensábamos lo mismo.

Con Poza de la Sal bajo nuestros pies, debo reconocer que estaba muy emocionada después de haber leído tantas cosas sobre este pueblo, del puño y letra de Félix además. Todo me resultaba enormemente familiar. Era muy consciente de que estaba paseando por un entorno donde se formó la personalidad de un naturalista que determinó después, un comienzo al cambio en nuestro país.

A mí me llevó hasta este pueblo burgalés mi pasión por Félix, pero debo reconocer que no tiene desperdicio. Las salinas han sido declaradas bien de interés cultural, y la verdad es que es interesantísimo ver lo importante que es la sal en el mundo. El diapiro donde se originan las salinas, domina el paisaje, está considerado como uno de los tres mejores del mundo. Para los amantes de la geología, este rincón es ideal.
Abajo, podeis ver una nevera que está ubicada muy cerquita del castillo.

sábado, 25 de septiembre de 2010

TERRITORIO FÉLIX.


No puedo explicar lo que sentí, porque hay sentimientos a los que no se les puede poner palabras. Lo cierto es que, al llegar a este lugar donde comienza el páramo de Masa, a mí me latía con fuerza el corazón y me sentía desbordada. Había soñado muchas veces con pisar esas tierras burgalesas que troquelaron el alma de Félix.

Si yo viviera cerca, no crecería jamás la hierba del olvido junto a este monumento. Me dolió un poco ver que aquello estaba abandonado, sucio y lleno de malas hierbas. Creo que pondría plantas, florecitas de colores y árboles que dieran buenas sombras. También estoy segura de que pasaría largas horas por este territorio, dando largos paseos. Me sentaría a leer un buen libro y sería una manera de estar cerca de él.

El monumento tiene una placa en la que pone:
"Ha sido considerado el filósofo naturalista más importante de España en este siglo.
Estos cielos y estos páramos despertaron su vocación y desde estas tierras su mensaje seguirá resonando para defender a los ecosistemas de su degeneración, a las especies animales de su exterminio.
Este monumento representa a la pirámide ecológica del mundo animal que él tanto defendió y el buitre leonado, verdadero policía sanitario de este mundo a la protección y respeto que precisa para su subsistencia."

Y como una imagen vale más que mil palabras, aquí me podeis ver lo feliz que me encontraba por estos lares.

Las vistas desde el mirador son espectaculares. Se adivina lo que se esconde detrás de las elevaciones rocosas que se aprecian en la foto, que no es otra cosa que un lugar muy especial. El sitio donde debe comenzar o terminar un viaje homenaje a Félix Rodríguez de la Fuente, pero eso ya os lo cuento mañana...

viernes, 24 de septiembre de 2010

PUEBLOS VARIOS PALENTINOS.


Cuando las tempestades pasan y sobrevives a ellas, sales fortalecido y llega la serenidad. Cuando eso sucede, cuando se superan los obstáculos, encuentras que algo en ti cambia, que no ha sido en vano porque has aprendido lecciones que te han hecho crecer. Pasados los duelos todo se coloca en su sitio y entonces se vuelve a ver el mundo de colores, se abren los sentidos a la vida, y se disfruta al máximo el hoy. ¡Carpe diem!.

Porquera de los Infantes,es un pueblecito con un encanto peculiar que resulta de la combinación de sus casas medio abandonadas, algunas semiderruidas, conjuntadas con otras meticulosamente adornadas con flores y pintadas con mimo. Las casas más viejas, van perdiendo parte de sus fachadas pero parecen resistirse a desaparecer. Envueltas de silencio, guardan entre sus paredes los secretos de otras vidas de antaño, muchas lluvias, muchos soles, muchas penas y muchos amores. Las cosas que suceden entre las paredes quedan registradas y es fácil dar rienda suelta a la imaginación.
Su iglesia de Santa María es gótica. Me pareció muy romántica, muy especial, aunque no fue ella precisamente nuestro motivo principal para llegar hasta este pequeño pueblecito.

La provincia de Palencia nos dejó impresionados por la cantidad de lugares para visitar que contiene. Cosas muy curiosas y, a veces, si se leen mal los folletos que te proporcionan en las casas rurales, puedes terminar buscando cosas que no existen y que suenan un poco raro. En nuestro caso, sucedió que Pedro creyó leer que en Porquera de los infantes había una piedra con huellas fosilizadas de primates. ¿Cómo llegó a esta conclusión?, no soy capaz de entenderlo.

El caso es que, en la plaza, nos encontramos con un lugareño avispado que nos dió conversación, supongo que con el fin de averiguar que hacía aquella pareja en aquel pueblecito donde la carretera termina y hay que ir adrede. Le contamos que habíamos ido a ver las huellas de los primates, y puso cara de pocker: "¿Y eso está aquí?, "pos" mirarlo bien porque aquí lo que hay es una necrópolis, pero eso de las huellas de los gorilas no lo he oído en la vida". Pensar que hubiera gorilas en Palencia da risa, pero otro tipo de primates no lo veo yo tan descabellado...

El lugareño tenía más razón que un santo y no sé de donde se sacó mi Pedro lo de las huellas, porque confundir un camposanto con unos pies fosilizados...
La necrópolis se encuentra en la entrada del pueblo, casi a orilla de la carretera, totalmente descubierta, sin protección alguna, que digo yo que es una pena que estas cosas no se cuiden más.
Resulta que en la Edad Media, la muerte era algo habitual. Muerte, iglesia, cementerio. Esta Necrópolis de Porquera de los Infantes, es de caracter rupestre, son tumbas excavadas en la roca con forma antropomorfa. Metían al muerto en una especie de sudario, lo introducían en la sepultura, y lo tapaban con tierra o piedras. A veces, enterraban familias enteras en la misma roca como si fuera un panteón. Todos estos enterramientos tuvieron lugar entre los siglos VIII y XI. La verdad es que fue muy interesante ver este peculiar cementerio.

En la fuente de la plaza que se encuentra en la entrada del pueblo.

Este es el Mirador de Valcavado. Allí termina la carretera y se llega al borde de un precipicio. No es apto para personas con vértigo porque hay zonas donde se pisa un suelo en el que se puede apreciar el abismo bajo tus pies. Superé mi terror a las alturas y fui capaz de hacerme la foto que veis arriba. Está situado en el término municipal de Pomar de Valdivia, dentro del Espacio Natural de Covalagua. Es un impresionante balcón natural sobre el hayedo de “Monte Ahedo”, desde donde se pueden divisar hasta 21 pueblos.

Abajo, llegada a San Cebrián de Mudá.

Abajo, podeis ver la Iglesia de San Cornelio y San Cipriano en San Cebrián de Mudá. Esta iglesia perteneció al antiguo monasterio de Aguilar, del Siglo XIII.

Nuestra llegada a Palencia solo tuvo un objetivo, aunque luego, nos encontramos con una provincia asombrosa, llena de contenido, pero nuestro motivo para ir hasta este lugar, no era otro que visitar San Cebrián de Mudá. En este pueblo, el alcalde, después de muchos años de trabajo, ha conseguido reintroducir el bisonte. En la actualidad hay ocho porque uno ha nacido por sorpresa, el primer bisonte español que tenemos desde hace mil años, que fue cuando desaparecieron en nuestro país, ¿no es motivo de celebración?. Los otros siete los trajeron de Polonia. El centro de interpretación aún no estaba abierto, y después de esperar pacientemente dos horas, los únicos bisontes que vimos fueron los de las fotos que rodean el recinto, un chasco.


Volveremos a Palencia, y volveremos con los Ardorines, aunque ellos no lo saben, ni nosotros sabemos que piensan de esto, pero son muy fáciles de convencer. Eso sí, que piensen en hacer marcha en San Cebrián de Mudá, porque cuando vuelva, no pienso moverme hasta que vea los bisontes.

Por último, visitamos Barruelo de Santullán, donde hay una mina en la que puedes entrar, y quien la ha visitado se hace una idea del trabajo duro del minero. Nosotros no llegamos a tiempo por diez minutos y terminamos en el museo de Herminio Revilla, un electricista y un artista. Su mujer nos explicó todas las maravillas que este señor ha hecho con sus manos, todas con sentido, todas con un trabajo increible, sacando del corazón de la madera de un árbol muerto, una figura, la que latía en el interior. Lo recomiendo a quien visite este lugar.