martes, 21 de septiembre de 2010

SALAMANCA.


Decía John Lennon que: "La vida es aquello que te va sucediendo mientras estás ocupado haciendo otros planes", también decía: "Vivir es fácil con los ojos cerrados". Decía muchas cosas que podían parecer sólo palabras, pero en realidad era pura filosofía. Lamento profundamente que personas así, se vayan antes de tiempo, pero creo que, por desgracia, si no se hubiesen ido, no hubieran brillado del mismo modo, porque no se valora nada hasta que se pierde.

El caso es que salimos de Portugal y estaba pensando en todas las cosas interesantes que dijo John Lennon, pero, en concreto, en la frase de hacer planes, que es una verdad como un templo. Tendemos a organizar todo, a apuntar en una agenda las horas, los días, los momentos que ocupamos con reuniones, o citas médicas, o excursiones, todo planeado, dejando poco espacio a la improvisación. Y un buen día, abres los ojos de golpe, te das cuenta de que ese ritmo no es el adecuado, de que vas por delante pisando un terreno que todavía no existe y la vida se te escapa, mientras nosotros montamos castillos en el aire.

Dentro de la Catedral de Salamanca, el tiempo parece haberse detenido. Es fácil imaginar a los canteros dando forma a las piedras, subiéndolas a lo más alto con la fuerza de tropecientos hombres y una polea. Todo queda en suspenso. No necesitas saber la hora que es, porque eso pierde importancia en un lugar así. En mi caso, hace años que no llevo reloj, no quiero ser esclava del tiempo, ni quiero ver como pasa, pero sigo haciendo planes, y sigo en el engranaje voraz de una vida acelerada. Este viaje en ese sentido, ha cambiado de orden mis prioridades. Los masajistas, cuando me dejo caer en sus manos, dicen que no me relajo, que estoy en tensión, y es como para pararse a pensar en ello, porque ese es mi estado normal, del que no soy consciente porque estoy tan habituada a acelerar, que frenar de golpe seguro que es contraproducente.
Así que, aceptando que hay cosas que no puedo cambiar, y otras que sí que puedo, estoy trabajando en ello, dejando fluir mis sentidos, que no es nada fácil no establecer controles.

Perderse en Salamanca es un placer. Frené instintivamente, paseando sin rumbo fijo y disfrutando de todos esos edificios que han resistido el paso del tiempo de una manera admirable. Edificios de nobles que seguían los pasos de un rey itinerante, para estar cerca del poder, y conseguir con un peloteo prolongado más poder. Conseguí, mientras me recreaba en todas esas maravillas para la vista, no sentir la prisa, la prisa por vivir.

Y como todo hijo de vecino que llega a esta ciudad por primera vez, busqué la rana dichosa, que si eres estudiante y la encuentras sin ayuda de nadie, apruebas los exámenes, y si no eres estudiante, pero también la encuentras sin ayuda, entonces pides un deseo. En ello estaba, porque quería pedir mi deseo, lanzar un mensaje al universo a ver si llegaba a las estrellas y se hacía realidad, porque como os decía ayer, la fe mueve montañas, cuando un chico, supongo que con toda la buena intención del mundo, se acercó a mi para explicarme con todo lujo de detalles cómo llegar a la rana, así que la encontré, y gracias a que me lo chivaron, me quedé sin deseo.

4 comentarios:

fermin dijo...

Como ya te dije en su momento y aunque no venga a cuento en este apunte, te dejo un enlace a una novela que si no has leído creo que te interesará. https://www.topbooks.es/libros/EL-PACTO-DE-LOS-LOBOS/122786/978-84-92475-09-4.
Al final he tenido que recurrir a míster google, pues no lo encuentro en mis estanterías. Tal vez fue prestado.
Un abrazo.

Lorena dijo...

Fermin, ¡que guay!, voy a ver si puedo entrar y te cuento. ¡Muchas gracias!, besets para el otro norte.

Alejandra dijo...

Siempre hay alguien, que sin mala intención, te chafa los planes.
Se perseverante y no pierdas la esperanza.
Besos a los dos.

Lorena dijo...

Alejandra: porque a veces, no deberíamos planear las cosas, y esa es la lección a aprender. Besotes bonica!