


En este mundo me tropiezo todos los días con personas que no hacen nada por nadie, ni siquiera por ellos mismos, o por mejorar el futuro que les espera a sus hijos, y sin embargo, sí que trabajan duro para desanimar al que tiene un mínimo de interés por conservar lo poco que queda.
Creo que este tipo de personas hablan siempre desde el desconocimiento, ya lo dice la frase, la ignorancia es muy atrevida. Unos se ríen, otros intentan desanimarte: "pero si eso no va a cambiar nada, porque si el resto no lo hacemos...", otros recurren al maravilloso escudo de los políticos: "mientras ellos no tomen medidas...", no, es al revés, "cuando ellos vean que las tomas...". Argumentos fáciles para calmar conciencias, para provocar que tires la toalla, para no enfrentarse a la realidad demodelora que nos vienen anunciando los científicos, para no mirar de frente a sus propios miedos o simplemente el placer de cuestionar tu actitud de lucha ante las injusticias, aunque pelees con un gigante y sepas que tienes poco que hacer. En la vida hay que luchar siempre por todo, hasta el final, y no rendirse jamás.
Para ganar el derecho a quejarte, tienes que haber pataleado antes, pero no de palabra, sino predicando con el ejemplo. Esta semana he estado observando que la gente se raja, la gente no lucha, la gente busca excusas que no se sostienen, la gente pasa de todo e incluso aunque les toquen el pan de sus hijos, ¡no reaccionan!, pero eso sí, se permiten el lujo de quejarse continuamente, nada de menearse por cambiar la situación, pues chicos, esa actitud de conformismo a mí me transmite dos mensajes, uno que no estais tan mal como predicais, y el segundo que: ¡tenemos lo que nos merecemos!.
Esta semana pasada he estado mal, un poco hundida, un poco cansada de nadar contracorriente, y me he sentido más que nunca fuera de lugar y también más que nunca tremendamente decepcionada con muchas personas que creía más íntegras, también más "compañeros".
Encima, y aparte de eso, os voy a contar una cosa curiosa que me pasó el otro día y que podría meterse perfectamente en el discurso anterior:
Hace tres años que estoy haciendo lo imposible por salvar un nido de golondrinas que hay en la ventana de la habitación donde trabajo. Las golondrinas regresan, a mí me hacen feliz porque me quitan nervios, me relajan, disfruto de sus vuelos veloces, perfectamente estudiados, con las distancias medidas a pesar de la gran velocidad que llevan. Cuando me estreso, las miro, y me curan, por eso les estoy tremendamente agradecida.
Las golondrinas son una especie protegida estrictamente por ley, pero parece que en este país eso no importa demasiado. Mientras en Alemania salen sentencias de jueces que prohíben tocar los nidos, aquí tenemos un deseo incomprensible por destruirlos. Una vez más, se demuestra que el ser humano se cree dueño y señor de todo, por encima del bien y del mal, con derecho a tomar decisiones en el ecosistema del que forma parte, y del que se cree el rey.
Estas aves son insectivoras y gracias a ellas no hay plaga de bichitos molestos,(6 crías pueden comer durante 21 días más de 75.000 insectos). Vamos, existen por algo, están ahí por algo.
Dicen que son pajaros benditos porque quitaban las espinas de la corona de Jesús cuando estaba colgado en la cruz, y siempre han sido respetadas por estas creencias, pero ahora ya ni eso vale. También dicen que donde hay golondrinas no hay peligro de caída de rayos. Es un privilegio tenerlas allí, en la ventana, observarlas, estudiarlas, como van y vienen con el pico cargado para acondicionar el nido.
El año pasado hubo algunas quejas porque, señoras y señores, ¡las golondrinas cagan! en la repisa de una ventana cerrada en verano por el calor y en invierno por el frío. No importan los beneficios que reporten, ni que gracias a ellas no haya mosquitos en nuestra sala ni plaga de insectos, ni el beneficio espiritual que nos regalan con la paz y serenidad que transmite el poder observarlas tan de cerca, ni que sean sagradas, ni que no lo sean, cuestión de creencias, porque sólo importa una cosa, y sólo ven esa cosa, un montón de pajaros haciendo caca por todos lados.
Cuando se van, se deja todo como los chorros del oro y todos tan contentos, hasta el año siguiente nadie se acuerda de ellas.
La única que vive emocionada por su regreso soy yo.
Lo gordo del tema viene ahora, y es que este año no han cagado. Ni una mierdecita se puede encontrar en la ventana. No sé porque no cagan, pero no cagan. Estoy bien pendiente para limpiar en caso de necesidad y así evitar estos conflictos, pero es que no hay mierda que quitar, ¡qué le vamos a hacer!. A pesar de todo, el otro día se me acerca un jefe para pedirme permiso, ¡a mí!, para tirar el nido, porque según él es una marranada. Un jefe que no trabaja en esa habitación, un jefe que no tiene ni porqué saber que hay un nido de golondrinas allí, y un jefe que dice que cagan. Eso, por supuesto, viene de algún compañero mío que se lo ha chivado. Le dejé las cosas claras y se fue riendo como diciendo, ¡¡a ver quién osa a tocar el nido con esta leona dentro de la habitación!!.
Al día siguiente, llamé a otro jefe aliado, y le pedí que viniera a la ventana porque necesitaba un testigo. La ventana estaba limpia como una patena y la única porquería que encontramos eran rastros humanos. Está claro, aunque no caguen, molestan.
Nos vamos pronto de esa sala y me enfrento a un conflicto interior bestial. Esperar a que pase la nidada y cuando se vayan, destruir el nido para evitar que cuando yo no esté alguien lo destruya cuando estén criando con los polluelos dentro, lo que además sería terrible para los progenitores que se quedarían perdidos y desorientados sin saber qué hacer, o hacerme la sueca y confiar en que los próximos moradores sientan más respeto y estén menos ciegos que los actuales, vamos, que vean más allá de la mierda.
Por último, voy a recoger una frase que he leído en una entrevista de Alejandro Sanz en la que expone su trabajo por combatir la pobreza y mejorar el medio ambiente, y siempre dice que se encuentra con gente que habla y critica, que si es para promocionarse, que si es marketing..., a lo que él responde:
"Es una disposición sincera y de buena voluntad, y es lógica, porque trabajamos con la sensibilidad. ¿Qué alguien piensa que es promoción?, mira, que piensen lo que quieran, pero llevamos mucho trabajo a la espalda y mucho dinero en el bolsillo, y no reclamamos nada, simplemente que nos dejen intervenir. Habría que preguntar a quienes nos cuestionan: "¿Y usted qué hace por los demás?, pues al menos no joda, que ya es bastante".
Eso digo yo:"no joda, hombre"(siguiendo la línea de la frase anterior).
Pd: Dedicado a la rubia del pelo quemado. Un besote.