lunes, 5 de septiembre de 2011

SKYE EN ESTADO PURO.


Hay acontecimientos que te descolocan para recolocarte, porque si no sucedieran cosas que nos ponen del revés, no habría toques de atención, ni advertencias, ni repararíamos en nuestros errores, por lo tanto, no podríamos superarlos ni superarnos.

Pero no hay mal que cien años dure, y cuando la tempestad se ausenta y deja de llover en la cabeza, renaces, resurges, revives y todo cambia, de manera que, vuelves a ver con claridad y sabes que donde estás, es donde quieres estar y que pasará un tiempo hasta que te vuelvas a nublar, y mientras eso dure puedes decir, alto y claro, que donde pisas, es donde se encuentran tu corazón y tu alma, y esa unión forma el todo de lo que eres.

Eres libre cuando vives el ahora, cuando borras el pasado y sabes que no existe el futuro, que el presente es lo único que posees, nada más, y así será por siempre. Así que, sabiendo esto tan difícil de aplicar, intentas llevarlo a la práctica y en Skye fue muy fácil hacerlo, estar allí sin volar a otros tiempos, simplemente escuchando las olas golpear con fuerza el final rocoso de los acantilados, respirando la brisa, sintiendo el sol, disfrutando de las vistas y del salto de agua de la cascada que se abría paso entre la tierra para caer con fuerza desde lo más alto hasta un pequeño riachuelo que desembocaba tras unos cortos metros en el mar.

Cuando estás sintiendo el presente, todo se vive con intensidad, precisamente porque estás ahí, en ese momento estás donde estás y controlas los pensamientos, te empapas, te llenas, te sientes rodeada de todo lo que te ofrece el lugar.

Te vuelves pequeña, te sientes pequeña, eres consciente de que lo eres, pero a pesar de todo, es fácil sentirte integrada en ese paisaje, como si todo fuera una extension de ti misma, como si pertenecieras a ese lugar, aunque fuera la primera vez que lo pisaba.

Descubres nuevos mundos, mientras te descubres a ti misma. Te conoces más de lo que te conocías. Reúnes nuevas piezas para tu puzzle, nuevos recursos, te completas un poco más aún a sabiendas de que es largo el camino, sueltas las riendas, liberas y miras al frente sin temor, porque para ser libre tienes que abandonar el miedo y prometerte a ti misma que nunca más le abrirás la puerta de entrada. Quizás alguna vez se vuelva a colar por una ventana, pero para entonces estarás más que preparada porque es un monstruo que ya conoces y cuando se conoce el terreno andar es mucho más sencillo y puedes con lo que te venga.

Paseando por Skye, ves todo más simple, el mundo es un espejismo y parece un lugar mejor. El paisaje no ofrece complicaciones, se extiende el manto verde que cubre sus suelos hasta donde se pierde la pista. No hay dobleces, ni dudas, no puedes perderte, lo que ves, es lo que hay, y no por sencillo es menos hermoso, más bien al revés, en su simpleza se concentra toda la belleza, una película, una novela.

Mirara donde mirara, siempre encontraba algo que reclamaba mi atención. Incluso una valla metálica separando terrenos encajaba a la perfección en el conjunto.

De vez en cuando, te encontrabas formas curiosas en las colinas. Circulábamos bordeando la isla, junto a unos acantilados impresionantes, y el paisaje era de manera continuada, una sorpresa.

Arriba podeis ver las ovejitas invadiendo la calzada cuando les venía en gana.

A mí me gustaban, especialmente, las casitas dispersas, blancas, aisladas unas de otras y ubicadas en lugares estratégicos donde amanecer debe de ser una delicia por las vistas, por la salida del sol en el horizonte.

Las cabinas telefónicas enmedio de la nada permanecen, quizás por una cuestión romántica, quizás porque hay lugares donde la cobertura para los móviles es inexistente y cobran importancia. El caso es que siguen ahí, en mitad de la nada y en rincones insospechados.

En la isla hay pocos pueblos que se puedan llamar pueblos. El aislamiento de los lugareños es evidente. Me preguntaba como sería vivir así, sin ruidos, sin vecinos. Yo me pasearía por las noches con el pijama bajo las estrellas, que resplandecen con fuerza en el cielo que cubre la isla. Las noches son increíbles, en verano llega tarde pero merece la pena esperarla.

Kilt Rock es un acantilado de columnas de basalto completamente verticales, desde donde aparte de las bonitas vistas hay un gran salto de agua que suele salir en todos los folletos informativos de la isla.

Este es el punto que está casi más al norte de la isla. Un lugar donde se pasearon en su día los dinosaurios y allí está la placa que explica la importancia de los restos fósiles y huellas que se han encontrado en este punto.

Dicen que en esta roca se pueden ver todos los colores de las típicas faldas escocesas, los famosos Kilt, de ahí su nombre.


4 comentarios:

Alicia dijo...

Ohhh, qué bonito, cuánta paz! Me encantan las ovejitas, las de la foto estaban además bien gorditas, jeje. Besitos

Lorena dijo...

Alicia: estaban todas muy hermosas con tanto pasto para comer...besos bonica!

Anónimo dijo...

Vivir allí, sin ruidos... una recomendación, creo que te va a gustar: VIAJE AL SILENCIO, de Sara Maitland :)

Lorena dijo...

Skadi: ¡Hola!, bienvenida al blog. Me apunto el libro ya y será de los próximos que lea porque suena genial. Gracias por la visita y la recomendación.