martes, 20 de septiembre de 2011

PRIMERA SALIDA AL MAR.


Llegó el buen tiempo y con él, el día de nuestra primera salida al mar. Estábamos todos nerviosos, ilusionados y esperanzados con el posible avistamiento de delfines o de ballenas, así que, fue emocionante el subir a la lancha con la intriga de no saber que es lo que nos deparaba el día.

No olvidaré nunca ese momento, como no se olvidan jamás las primeras veces de todas las cosas importantes. Llegamos a uno de los puertos de la costa de Moray Firth después de un par de horas deslizándonos por las aguas de un mar que estaba completamente en calma. Nuestra intención era comer y continuar con la búsqueda de cetáceos. Kevin subió a lo alto de una torre y en un minuto señaló el horizonte gritando: "dolphins!". A partir de ese momento, el ritmo fue frenético, todos salieron corriendo hacía la lancha mientras que Pedro y yo, nos quedábamos vigilando en lo alto de la torre la dirección que tomaban los delfines para hacerles después el seguimiento.

Y eso fue inolvidable, me emocioné, se me humedecieron los ojos, se pusieron borrosos, como en los sueños. A unos 500 metros mar adentro vi sus siluetas perfilando el horizonte. Iban en grupo, saltando, al mismo ritmo, nadando en línea recta a gran velocidad hacía el Este.
Arriba, podeis ver a Pedro al volante de la lancha.

Kevin empezó a realizar su trabajo dejándonos a todos con la boca abierta. La barca se puso en camino tras los delfines, mientras que él gritaba: "number sixty nine!, number four hundred and five!", y tomaba fotos de los ejemplares. A simple vista los reconocía y nos indicaba los números de cada uno de los delfines que avistaba. Mientras, alguno de los voluntarios los iba anotando para luego corroborarlo en los ordenadores de la oficina y así, hacer el censo. Tiene controlados quinientos y pico y los reconoce por las aletas, pero esto os lo explicaré en otro post.

El caso es que, allí estaba yo, en una lancha enmedio del mar sin palabras para describir las sensaciones que me embargaban. Navegando junto a un experto y disfrutando de la libertad de mis animales preferidos.

Siempre he estado en contra de la cautividad, de los delfinarios, de encerrar en un terreno acotado del mar a los delfines para que cuatro turistas se hagan la foto, pero ahora puedo decir sin rodeos, que es un crimen condenar a estos animales a vivir en una piscina, y que todos deberíamos pensarlo dos veces antes de participar en alguno de estos eventos. Os aseguro que el mejor de los espectáculos es verlos aparecer por sorpresa en el mar, dando saltos, nadando a gran velocidad, algo que no pueden hacer en un lugar cerrado, por grande que sea. Nadan en línea recta muchos kilómetros, como comprendereis eso no se puede hacer en una piscina.

Arriba, podeis ver a Kevin haciendo sus fotos mientras otros en la lancha tomaban buena nota de todo lo que él indicaba. Os aseguro que era muy, muy emocionante verle trabajar, y de su magnífica labor os hablaré en otro post.

Este primer encuentro me dejó un buen rato con la sonrisa en la boca, sumida en mis pensamientos. Me di cuenta de que los delfines todavía confían en los humanos, y sinceramente, me preocupa, porque no todos tienen las mismas intenciones. Son muy curiosos y hay momentos en que buscan la interacción.

Por supuesto, no hubo baños con los delfines ni nada de eso. Quien busque esa experiencia en este proyecto, se ha equivocado. No es bueno para ellos que nos cojan confianza, y por desgracia, vi que nos la tenían. Pasaban por debajo de la lancha y se arrimaban en su nadar a nuestra barca. Yo diría que, después de tanto tiempo, ya conocen a Kevin, claro que, esto es una percepción personal.

En estas dos fotos podeis ver lo cerquita de la costa que están, esa es una de las misiones de Kevin, explicar que en el mar no hay terreno, hay libertad, así que es un absurdo proteger unas zonas sí y otras no. En la costa de Moray Firth viven familias enteras de delfines, tienen allí sus rutas, por lo que su censo ayuda a poner en conocimiento de las autoridades este hecho, y ya queda en mano de ellas decidir, poner límites y leyes para proteger los viajes de estos cetáceos.

Nuestros delfines eran los conocidos como "bottlenose dolphins", los delfines de nariz de botella. Su carácter sociable y su inteligencia los convierte en el blanco de los espectáculos que todos conocemos. A mi me parece que su eterna sonrisa no les beneficia en absoluto. Fue maravilloso disfrutarlos de este modo, viéndolos surcar las aguas del mar, aparecer y desaparecer, dar saltos espectaculares cuando pescaban, justo al lado de nuestra lancha. Sólo puedo describirlo como mágico y emocionante, porque hay sensaciones a las que no les puedes poner palabras. Todos estábamos absortos contemplándolos, y cuando hacían alguna pirueta se escuchaba en boca de cada uno de nosotros un "Oooooohhhh" que nos salía del alma.

Y tras tomar las anotaciones necesarias para hacer después el trabajo en la oficina, regresamos al puerto. Las horas en el mar pasan rápidas, sobre todo cuando sigues a los delfines. Sin duda, esta primera salida hizo realidad uno de mis sueños.

Primer día en el mar con resultados más que positivos, y como una imagen vale más que mil palabras, sólo teneis que ver mi sonrisa en la foto de abajo. Estaba cansada, mareada, pero ¡tan feliz!...

4 comentarios:

Aniwiki dijo...

Hola!!! Qué bien lo de los delfines, yo creo que también me hubiera emocioando, y qué fuerte que el compañero puediera reconocerlos por las aletas, a los 500. Por cierto, los otros posts también son una pasada, me encantan!
Muchos besiwikis!

Lorena dijo...

Aniwiki: Lleva muchos años trabajando con ellos, así que es un superexperto, se los sabe de memoria, pero a mi me parece que es muy difícil reconocerlos así. Besiwikis, a ver si termino que voy con mucho retraso.

Silvia - Desenredando el hilo rojo dijo...

¡Pero cuántas cosas nos unen! Son también mis animales favoritos. Yo he tenido la suerte de disfrutarlos en libertad varias veces; en Patagonia, junto a las ballenas, en Gambia que seguían a los barcos llenos de personas (allí había unos 30-40) y en Mexico. Es increíble verlos en el mar, con tanta agua para disfrutar. Me ocurrió lo mismo con los pingüinos y con los leones marinos; cuando les ves con tanto espacio, sin barreras... da un no sé qué. Lo que todavía no he conseguido y llevo persigiendo años es encontrar a las orcas en libertad. No hubo suerte en Patagonia... a ver si Canadá algún día me ofrece el espectáculo que llevo años buscando. Ufff, me encanta. Besotes

Lorena dijo...

Silvia: Son increíbles, preciosos, grandísimos. Las orcas en Canadá, allí hay varios proyectos, yo no descarto que ese sea mi próximo viaje si admiten voluntarios, ya veremos, pero son fascinantes, los lobos del mar. Besotes Silvia.