lunes, 10 de enero de 2011

AVES NOCTURNAS.


Cuando cae la noche, en los bosques, la vida late con más fuerza. Lejos del silencio, se empiezan a oir los primeros cantos, se dejan escuchar las aves que se despiertan cuando otros se van a la cama. Nosotros, estábamos allí, esperándolas, papel y boli en mano, para no perdernos detalle de los distintos sonidos. De nuevo, los árboles nos acogieron bajo sus ramas, mientras la luz se desvanecía, escondiéndose por una ranurita en el horizonte.
Lo que nos incitó a salir en el comienzo de la oscuridad, fue el voluntariado en el que colaboramos con la SEO, seguimiento de aves nocturnas. Estas fotos están tomadas todas en la primera estación de las cinco que marcan nuestro recorrido.
Los autillos son fieles a nuestras visitas, los búhos, mochuelos, chotacabras, y demás, van y vienen, conforme les viene en gana, y nada nos garantiza su presencia el día del seguimiento.

El mundo de las aves es relativamente nuevo para mi, y cuanto más las conozco, más quiero saber, porque me resulta fascinante. He aprendido a disfrutar de sus vuelos, de sus colores, de sus emocionantes aventuras cuando surcan los cielos, de sus larguísimos viajes, de su libertad, mientras desde abajo, pisando el suelo, nos morimos de la envidia porque lo más parecido que tenemos a las alas para volar, es la imaginación, y a menudo, andamos escasos.

Tenía seis años cuando sucedió. Al fondo de aquella clase con las paredes cubiertas de dibujos, estaban los casilleros donde guardábamos nuestros trabajos. Cada uno de ellos, tenía encima la foto de un/a sonriente niño/a para que no existiera la posibilidad de equivocarse. Estaba guardando mis papeles de colores en una carpeta azul, cuando se acercó por detrás y me besó en la mejilla. Se llamaba Víctor, y ese beso le convirtió en mi novio, así de facil, de manera automática.
Llegó la hora de participar en el premio Capla, y fuimos todos a pintar el obelisco del parque Ribalta. Víctor y yo jugábamos juntos en el descanso, me quiso gastar una broma y no se le ocurrió otra cosa que tirarme encima una paloma muerta, recuerdo ese momento, no chillé, ni hice aspavientos, ni salí corriendo, sólo me quedé paralizada, como siempre que tengo un miedo atroz y reacciono intentando mantener la calma, haciendo ver que no sucede nada, para no perder el control y sacar a flote la histeria.
No recuerdo más que eso. El año siguiente, él no regresó a clase, al parecer lo cambiaron de colegio. Su cara, se desdibuja en mi memoria, de manera que, si me cruzara con él, no lo reconocería. Sin embargo, no lo he olvidado porque me dejó un regalito para toda la vida, mi terror irracional a los pájaros, porque sí, me dan miedo. Por eso, cuando Pedro me sugiere acudir a prestar ayuda al Golfo de México, participar en el anillamiento de aves en Doñana, en las Tablas de Daimiel o dedicar parte de nuestro tiempo a trabajar con una organización que protege a los buitres, me siento incapaz, porque sé que algo en mi mente me va a impedir coger con mis manos un ave y mi ayuda sería nula. Así que, de momento y lamentablemente, me conformo con disfrutar de la observación y participar en el seguimiento de los cantos nocturnos que invaden nuestros bosques cuando la luz se va, que son muchos y variados, tan solo hay que conocerlos y saber escuchar.

6 comentarios:

Paulittta dijo...

Jolí, hay que ver como se las gastaba tu primer novio :-)
A mi madre le dan terror desde que vio de peque la peli de "los pájaros". A mí, directamente me dan repelús y cague, para variar como el 90% de los animales jeje
Me ha dado que pensar tus recuerdos y me pasó algo parecido con un gatito pequeño. Un niño "muy gracioso" me tiró un gatito encima y éste me arañó la mano y la muñeca. No se si estaba más asustado el pobre gatito o yo, pero las marcas me duraron mucho y sus consecuencias todavía las tengo.
Es curioso como acabo de recordar esto, hace muchísimos años que pasó...

bessisss

Lorena dijo...

Paulitta: Pues si, era muy cariñoso mi novio...me dejó huella, jajajajaja, en cuanto al gatito, pobrecillo, seguro que él estaba más asustado que tú porque le tocó volar y aferrarse con sus uñas a la mano tierna de una niña asustada que le salvó de pegarse un batacazo contra el suelo. La memoria tiene estas cosas. Besissss.

El árbol que nunca dió manzanas dijo...

Buenas noches Lorena,
Agradezco de manera especial estos posts tuyos en los que describes tan maravillosamente la naturaleza que te rodea, ya sean paisajes, animales, cielos, ciudades,... porque, como ya he dicho en otras ocasiones, no veo bien y tus ojos se transforman en los mios, porque tus recuerdos, de hace unos días, me transportan a mis recuerdos de hace algunos años, cuando aún tenía vista de lince...porque gracias a ti, esos recuerdos vienen a mi mente, y me digo a mi misma: "es verdad, recuerda, alguna vez también lo viste."
Así que sigue disfrutando porque disfruto a través tuyo.
En lo que te gano, jajaja, es en lo de tocar aves, no tengo otra manera de notar su textura, sus alas torcidas o su tierno cuerpo...es mi manera de "ver".
Aunque eso sí, cada uno tiene sus fobias, y a mi, no me importa NO ver a los reptiles, al contrario, aún cierro más los ojos jajaja
Un beso preciosa¡¡¡
Ali

Lorena dijo...

El árbol que nunca dió manzanas:
¡Hola Ali!, debo decirte que me has emocionado con tus palabras, así que estamos empatadas. En concreto, esta salida fue nocturna, así que tampoco veíamos gran cosa, pero si tu tienes la capacidad de refrescar tus recuerdos, creo que es más una cuestión de sentimiento que de una buena vista, me explico, la salida fue de noche y describo las sensaciones, porque no veía practicamente nada, eso si, pude ver anochecer, pero después de eso, sombras y formas, así que, si a ti, al leer el post, te ha removido imágenes en tu cabeza, es porque de alguna manera también sientes todas esas cosas maravillosas cuando te encuentras en ese entorno, porque percibes esas sensaciones, probablemente mejor que yo. Los bosques son campos energéticos y tu seguro que tienes los sentidos más agudizados que los mios y la capacidad de darte cuenta de que todo eso que te transmiten mis palabras, es porque sientes lo mismo en un entorno natural . ¡Muchísimas gracias por este comentario tan bonito!, y en cuanto a los pájaros, ya ves, en eso te envidio, poder acariciar un pájaro, poder ayudar a alguno que te encuentres herido...a mi me toca llamar a Pedro para que venga a recogerlo, porque algo superior a mis fuerzas me impide cogerlo. Reconozco que los reptiles no son tampoco mi fuerte pero los tolero bastante mejor. Un beso a ti también!!!

El árbol que nunca dió manzanas dijo...

Mucha razón en tus palabras. Tenemos muchos gustos/sentimientos en común,es curioso como a veces me paso el día pensando en una cosa, llego a casa, miro tu blog y BOOM¡¡¡, me encuentro un post tuyo sobre el mismo tema pero es que encima, describe perfectamente lo que he estado sintiendo.
A veces, y espero que no te moleste, incluso me asusto jajaja ya que digo "esto es cosa de brujas¡¡¡¡"
En otras, por el contrario, sentimos totalmente diferente, eso es lo bonito del ser humano, que no hay repeticiones¡¡¡
El no ver bien también ha creado un miedo interno a lo desconocido, sobre todo, a lo desconocido en oscuridad, por lo tanto, no se si ahora podría pararme enmedio de un bosque nocturno y sentir algo que no fuera pánico jajaja esa sensación de que alguien te va a coger por la espalda y te va a descuartizar jajaja

Un abrazo y buen día preciosa.
Ali

Lorena dijo...

El árbol que nunca dió manzanas: ¡Buenos días Alicia!, puede que seamos brujas pirujas, o puede que en el fondo, las personas no seamos tan diferentes, al fin y al cabo, cuando sentimos no creo que los sentimientos difieran demasiado unos de otros. Pero bueno, el bosque de noche impresiona, es cierto, y es que la luz hace mucho, sobre todo en nuestra imaginación. Un besote y lo mismo, ¡feliz día!