
Hace unos días fuimos al cine acompañados por los Ardorines. Muy importante señalar que Ardorín fue sin cenar, y sigo sin entender muy bien porqué, nos tenía preocupados no fuera a desmayarse. El caso es que vimos "Wall Street", que me mantuvo entretenida pero que no volvería a ver porque, ni fú ni fá. Después, al salir del cine, me enteré de que esta película es la segunda parte de una antigua que protagonizó en su día también Michael Douglas, y ya me pareció que estaba incompleta, así que, todavía me gustó menos. El mundo de la bolsa me parece, además, frívolo e insulso, debe de ser un horror trabajar sólo con dinero.

Se me ha ocurrido recordar los días que estuvimos en Nueva York hace ya diez años. De este modo, podeis verme más jovencita y yo remuevo el baúl de los recuerdos.
Arriba, nos teneis sin pies, con una preciosa panorámica detrás. Esta foto, y unas cuantas como esta, han contribuido a que recalque siempre a los que van a tomarme una foto, que salvo intrucciones en contrario, es muy importante que no me mutilen, que saquen los pies y la cabeza.

El sencillo monumento a John Lennon frente al edificio Dakota, donde vivió, y también, donde fue asesinado. Una pena, la verdad, porque creo que John Lennon era un hombre que merecía la pena escuchar, un hombre con mucho contenido.

Si no recuerdo mal, esta foto fue tomada en la Universidad de Columbia. ¡Qué jovencitos!, ¿eh?.

Una foto histórica, con las torres gemelas detrás. Aún me parece mentira que meses después desaparecieran, porque eran dos gigantes. Esta foto fue tomada con Pedro tumbado en el suelo, y aún así, solo pudo sacar un trozo de mi.

Una ventana del piso 107 de las torres gemelas. Una ventana que meses después sería la última imagen de muchas personas. Es espeluznante pensarlo.

Esta panorámica la tomamos cuando íbamos a visitar la Estatua de la Libertad. Nueva York ya no es así, pero en mis recuerdos permanece intacto.
Debo decir, que es una ciudad con mucho gancho. Diría que es adictiva y absolutamente impresionante. Cuando llegamos a Nueva York era de noche, y recuerdo que nos recogieron para llevarnos al hotel. Subimos un puente, y en lo más alto del mismo, allí apareció ante nuestros ojos, llena de luces, repleta de los edificios más enormes que he visto en toda mi vida. Me dejó con la boca abierta y me saltaron las lagrimas de pura emoción, así que, Carlos, el chico que conducía, decidió darnos un paseo antes de mandarnos a la cama. Recuerdo a los mendigos, las enormes aceras, los coches gigantescos...y debo decir que, merece la pena visitarla, aunque yo al cuarto día tuve suficiente, porque la ciudad me tragaba, casi no podía ver el cielo y me sentía pequeñita, pequeñita, pequeñita...como una enanita de Liliput al lado de Gulliver.
Nueva York tiene muchos mundos dentro del mismo mundo. El barrio Judío, el Bronx, Park Avenue...visitamos los rincones más extraños que os podais imaginar. Estuvimos en una misa Gospel que nos puso los pelos de punta, nos gustó muchísimo.

Las fotos de arriba y de abajo, son también en el piso 107 de las torres gemelas. Todavía me viene a la memoria la sonrisa de la chica que me atendió en la tienda. Allí compré una vaca taxi. El ascensor subía a una velocidad de vértigo, y en un periquete llegabas a lo más alto. Curiosamente, al subir al Empire State, pensé en que, si un día pasaba algo, allí no llegaba una escalera de bomberos, y me entró un poco de agobio de imaginarlo, no me sentía nada segura en las alturas, así que, cuando sucedió la tragedia de las torres gemelas, me imaginaba a mi misma unos meses antes en aquel mismo lugar, recordaba la altura, los coches allá abajo tan pequeñitos, y uffff...aún no salgo de la impresión y no puedo borrar de mi cabeza las imágenes que dieron la vuelta al mundo.

Abajo, en el Central Park. ¿Os ha gustado el repasito al pasado?. A ver si me dejo la pereza a un lado, y de vez en cuando, escaneo algún recuerdo de esos que tengo de mi vida antes del blog. ¡Feliz finde!.