jueves, 22 de julio de 2010

MONTE URANO.


Monte urano es un pueblo especialmente conocido por su mercado del calzado. Nosotros llegamos hasta este lugar, también de la región de Marcas, con el fin de acompañar a Giulia, que junto a dos amigas, en su tiempo libre, monta un puestecito de bisuteria que ella misma trabaja con sus manos.
Arriba "La Porta dell'Orologio".

En el paseo de rigor por las callejuelas, este precioso gato, no dejó de perseguirnos regalándonos carantoñas. No nos costó mucho sucumbir a sus encantos, la verdad. Era fácil devolverle los mismos, con tanto miau y tanta zalamería.

Como tantos otros pueblecitos de esta zona, Monte Urano está edificada sobre una colina, y desde la parte alta del pueblo, se puede ver perfectamente la costa del mar Adriático.

Visitamos la Iglesia de San Michele. Ubicada en la parte alta del pueblo, con vistas a la plaza principal, desde la que se accede a través de la puerta del Orologio, a un enrevesado tramo de callejuelas peatonales muy estrechas que terminan en pequeñas plazas repletas de plantas y flores.

La fachada de la iglesia de San Michele.

El mercado de calzado.

Este anciano, llamó mi atención por su forma de ver pasar la vida a su alrededor. Daba pasos sin dirección concreta, lentos, con el único objetivo de contemplar el movimiento de otras almas en su caminar. Me parecía que simbolizaba, ese momento de la vida en que las prisas dejan de tener sentido. Era como si el tiempo pasara demasiado lento para él, o quizás demasiado rápido si lo miramos desde otra perspectiva. Pese a que era mayor, parecía recién llegado al mundo por su manera de observarlo, con curiosidad por las pequeñas cosas que se sucedían ante su mirada. Se entretenía con el correr de un niño, con el montaje de un puesto, con el coche que pasaba o con los que se sentaban en una terraza a comer helado. La imagen de abajo la tomé porque pensé que contrastaba con la de arriba. Los niños corriendo, con la ilusión pegada como una sombra, improvisaban su propios puestos de mercado donde ofrecían sus juguetes usados a los posibles clientes. La alegría, la vitalidad, las idas y las venidas, los saltos, las carreras, el no parar de los niños, me hizo pensar en cómo cambian las cosas cuando la edad y el tiempo avanzan.

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