viernes, 26 de agosto de 2011

AVENTURAS EN EL PARQUE NACIONAL DEL LAGO LOMON Y LAS TROSSACH.


Al llegar a esta región entendimos de inmediato porque Escocia tiene fama de paisajes preciosos. Mañana podreis ver un ejemplo. En la foto de abajo, están nuestras vecinas, que son un lujo y un privilegio, ahora os cuento porqué.
Cuando llegamos al camping nos llamó mucho la atención que los dueños del mismo tenían la recepción en el salón de su casa. Para acceder a tan original "oficina", primero tuvimos que pasar por la cocina, y después, con la mesa dispuesta para la cena, nos rellenaron la factura con un precio que nos pareció muy barato para dos noches. La mujer era la guardiana del tesoro y el marido el acomodador, así que nos fuimos con él hasta el lugar donde teníamos que montar el chalecito. En esas estábamos cuando nos dimos cuenta de que la mujer se había equivocado y nos había cobrado sólo una noche en vez de dos. Pedro, muy honrado él, fue a pagar lo que faltaba. Se pusieron tan contentos que nos cambiaron de ubicación y nos dieron el mejor sitio, apartados del mundanal ruido de otros vecinos más ruidosos que las ovejitas, así que ya veis, hay que ser bueno que, a veces, tiene premio.

Arriba la mansión de los Trapp. Como dice Carlos, el hotel de las mil estrellas. Con hilo musical de sonidos zen: la brisa que movía las ramas de los árboles, algún pajarito cantando y los dulces beeeeeeeeee, beeeeeeee...

Cuando viajas a otros lugares, te impregnas de su cultura, de su gente, sus aromas, sus sabores, sus paisajes, algo de todo eso se queda en ti, guardado en el recuerdo, también en el corazón. No es lo que se ve, sino lo que no se ve. Cuando vuelves de un viaje lo que te traes no cabe en la maleta, el mejor souvenir no pesa nada y, sin embargo, es todo un mundo.
En la foto de arriba podeis verme luciendo la boina escocesa de la que os hablé en otro post, dedicada al arte de hacer pompas de jabón. Burbujas que me recuerdan mi propia burbuja, la que todos nos creamos para protegernos, para sentir una falsa seguridad, una burbuja frágil que nos rodea, envuelve y que contiene todo lo que es importante en nuestra vida. La que te hace sentir desnuda si explota bruscamente o si la hacen explotar. Por eso, a veces, o siempre, hay que hacer caso al amigo Bruce Lee y ser como el agua, adaptarte, hacer burbujas pero para disfrutarlas, no para que te resguarden.

Me advirtieron, me dijeron que jamás olvidaria un nombre: Midgie. Se cumplió la predicción, porque no los olvido, no. Se encuentran sobre todo en la parte oeste de Escocia, y más al norte que al sur. Son como mosquitos, pero no se parecen, minúsculos, como pequeñas hormigas con forma de mosca, no sé, el caso es que el tamaño no importa, y si te muerde un midgie sabes perfectamente que te ha mordido, y si les gustas mucho, como es mi caso, que les chiflé, entonces, mientras juegas al Scrabble con tu marido, das saltitos diciendo: "ays, uy, aaaahh...". Pedro me miraba diciéndome que no podía ser para tanto, y sin lugar a dudas, eso lo decía porque él no está tan apetitoso como yo y desconoce la furiosa naturaleza de un midgie hambriento. Por eso tanta protección, todo es poco frente a un midgie.

Antes de montar la suite nupcial, hay que elegir el mejor lugar y eso se hace previa prueba de la "cama". Pedro era el primero y si no estaba muy seguro, insistía para que yo diera el visto bueno. Así que, ya nos podeis imaginar a los dos tumbados, mirando el cielo y probando el colchón. Muy delicados, como aquel cuento de los cien colchones, un guisante y la incomodidad que sólo podía sentir una verdadera princesa.



2 comentarios:

Alicia dijo...

Jeje, menuda tela mosquitera que os pusisteis en la cabeza! No sabía de la existencia de estos bichitos pero por lo que cuentas deben de ser primos de mis adorados mosquitos... mira que me caen mal!

Lorena dijo...

Alicia: Pedro se empeñó en comprar la mosquitera porque nos advirtieron, y al final, me puse la de él y la mia, porque ¡solo me picaban a mi!