domingo, 6 de noviembre de 2011

AVENTURA.


Mientras los Ardorines recurrían a la ayuda de un vecino solidario para que les bajara a Benasque donde un taxi nos llevaría hasta el taller, Pedro y yo decidimos hacer ese camino andando, así que nos lanzamos a la aventura siguiendo las indicaciones que nos dieron en la casa rural.

Entre preciosos y frondosos pinares, comenzamos nuestra marcha parándonos cada dos por tres para admirar el vuelo lento de las águilas, algún cernícalo, y otras pequeñas aves que íbamos consultando en nuestra guía.

Tuvimos un encuentro un tanto tenso con un par de perros que cumplieron muy bien su misión de defensores del territorio, también pudimos escuchar algún jabalí. Estaría a unos 50 metros de nosotros y fue emocionante saberlo tan cerca, escucharlo y no verlo.
Nos costó al menos tres horas bajar a Benasque pero mereció la pena hacerlo andando. Allí fue donde comimos y cogimos el taxi que nos llevó hasta Barbastro a recoger el coche ya reparado. Fue un día raro e improvisado, pero no pudo salir mejor.

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