martes, 4 de octubre de 2011
EL TWISTER.
Hice bien en despedirme de los delfines porque no los vimos más. De nuevo, la sobrepesca dejó el agua llena de ausencias. Al menos, vimos marsopas, numerosas aves, entre ellas los "Puffins" o frailecillos, y muchas focas curiosas.
Viajamos en una dirección distinta, hacía Gardenstown, y los paisajes no tenían desperdicio. Pequeños islotes verdes, llenos de fauna, desviaron nuestra atención de la ausencia de cetáceos. Sobre todo, las focas, tumbadas y tomando el sol, mirándonos, persiguiéndonos, asomando la cabeza en mitad del mar.
Visitamos una cueva, uno de esos milagros de la vida que ni te puedes imaginar que existe. Fue toda una aventura adentrarse en un recoveco hecho en la piedra, en la parte baja de un acantilado.
Me enamoraron las focas, daban ganas de lanzarse al agua con ellas, eran adorables, me tenían fascinada, aparecían donde menos lo esperabas y veías sus cabecitas redondas rompiendo la línea que definía el horizonte.
Comimos en el mar y Kevin nos llevó a visitar unos rincones de ensueño que no habíamos visto todavía. Con unas aguas celestes, transparentes, donde se podía apreciar el movimiento de un montón de seres vivos que campaban a sus anchas.
Ahora os voy a explicar lo del "twister" que convirtió este día en el primero del resto de mi vida.
El mar estuvo en calma durante toda la mañana. Por la tarde, fuimos a Gardenstown con la lancha, era la primera vez que lo hacíamos, y allí nos esperaba Isabel con la cámara de fotos para que pudieramos tener algunas de recuerdo mientras estábamos todo el equipo en la barca.
Mientras estuvimos en Gardenstown, el tiempo pareció ir cambiando, pero al abandonar el pueblo, el mar continuaba en calma, una calma extraña, no sé muy bien porqué, pero calma al fin y al cabo.
Iba conduciendo Pedro cuando, de golpe y porrazo, observé como si el mar se levantara, y no sé si esto lo explico bien, pero fue algo así, un subir y bajar más rápido de lo normal, no eran olas, aunque se parecía. Ahí empezó a dispararse mi adrenalina.
Kevin viajaba en la parte trasera de la lancha, y al observar como el mar daba un giro en su comportamiento, comenzó a dar instrucciones a Pedro, y yo, mientras, sólo veía que aquello subía y bajaba a un ritmo que no era normal, que empezábamos a parecer una pluma, aunque en realidad somos menos que eso, estábamos, a mi parecer, a merced de la inmensidad de las aguas del mar.
Kevin se puso en marcha y tomó el mando de la lancha, ahí dejé de entender el inglés, y empecé a buscar recursos de mis escasas nociones de supervivencia. ¿Cuando se tenía que abrir el chaleco?, ¿cómo se sale de un remolino?, ¿sirve de algo luchar cuando todos los factores indican que estás perdido?¿y andar contracorriente?.
Estaba en mi "twister" particular, mental diría yo, cuando Gena empezó a reir, Kevin se puso a "leer las olas", y allí, todos, menos yo, empezaron a divertirse. Literalmente, dábamos saltos en el aire, terminamos empapados y yo creyendo que era la hora de morir...vamos, pensamiento positivo.
Así que, me senté entre Kevin y Pedro y pensé que si era el final, al menos habría que disfrutarlo.
Fue espectacular el juego con el mar, como un cortejo, como un romance, como una lucha colosal. La situación estuvo controlada en todo momento, pero claro, en mi imaginación no había control alguno. Me veía chiquitita, sin nada que hacer frente a la furia y bravura de las aguas alborotadas.
Luego todo eran risas cuando les conté la cantidad de cosas que se habían pasado por mi cabeza. Creía que era la hora de morir tragada por un remolino del mar, y eso convirtió a este día en el primero del resto de mi vida. Terminamos aquí la jornada, cuando las aguas se calmaron, dieron un respiro a nuestra embarcación y nos fuimos a puerto.
Arriba, Troup Head visto desde la parte baja. Cientos, miles de aves anidando en sus paredes. No se aprecia en las fotos pero es uno de los sitios más increíbles en los que he estado.
Esta fue nuestra última salida, y como vereis en las fotos, no dejamos de disfrutar.
Fueron unos momentos los que viví en las aguas de la costa de Moray Firth, que me completaron un poco más, mudaron mi piel, me hicieron crecer, aprender, sentir, vivir.
Puede ser que todos veais a la misma persona en mi, pero es que, a veces, los cambios no son visibles. Todo evoluciona, sigue su camino, se transforma, te transforma.
Sería muy aburrido no cambiar, sería, de hecho, antinatural. ¿Habeis visto a algún niño crecer y conservar la misma forma?.
Cambiar da miedo. Nos aferramos a los recuerdos, nos aferramos a lo que conocemos, tememos que toda la falsa seguridad que nos rodea se transforme, porque eso supondría cambio, y el cambio nos aterra. No soltamos, sólo estrechamos, no fluimos sino que queremos controlar todo lo incontolable, y eso hace que cerremos puertas a vivir nuevas sensaciones, nuevas experiencias.
El "twister" no fue un "twister", pero lo viví así, y pensé que eso era un volver a nacer, una nueva oportunidad. La realidad es que nuestra vida no estuvo en peligro en ningún momento, menos con un experto como Kevin al mando, pero en mi mente se dibujaron fantasmas y entendía que hay que disfrutar, liberar tensiones, ser como un río, lo que digo siempre, abrir las manos, soltar y fluir, fluir, fluir...
Buscando el norte, de nuevo, me encontré, sin mapas, sin brújula, me traje en la maleta cosas que no se ven y que tampoco caben. Estoy agradecida por los pequeños momentos, por los grandes, por los encuentros fortuitos o no con otras formas de vida, por los regalos que la naturaleza una vez más me ha ofrecido.
Estas dos fotos son de Kevin. Esta foca no pudo resistir la tentación de acercarse a la lancha a ver quienes eran esos que invadían su terreno. Preciosa, ¿verdad?.
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7 comentarios:
Me ha encantado este post Lorena, sobre todo el final...oye, qué susto el twister, no? A mí me hubiese pasado igual. Al final qué era? Por que eso de que el mar se levante y se baje no es muy normal. Besitos.
Lorena: El twister fue cosa mía, el mar se alborotó, y era algo así como ariba y abajo, pero muy rápido, no sé explicarlo, el caso es que me dió un miedo tremendo pero se ve que sólo me pasó a mi que no me enteré de las explicaciones de Kevin acerca de lo que sucedía. Besitos!!
La cara de Lorena fue un poema :))))) Interesante reflexión la del "cambio" rubia...
Bsets.
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Perico: Gracias cariño, pero hay cosas que mejor que no cambien, sólo que evolucionen juntas, kilos.
Por supuesto :)
Lorena: Así sea...
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