jueves, 30 de junio de 2011

PALABRAS.


Las palabras en ocasiones son un certificado y en otras un relleno. Cuando alguien está en un mal momento de su vida, no existen palabras que puedan consolar ni calmar el dolor, da igual lo que digas, no ayuda, todo suena mal y fuera de lugar, porque hay sentimientos que están muy por encima de las palabras. Las palabras nos pueden ayudar, pero se las lleva el viento, lo que cuentan son las acciones. Todas las cosas que decimos, tienen que ir acompañadas de una acción que las refuerce. Los que predican, lo tienen que hacer con el ejemplo, y eso da sentido a todas las letras que hayan salido antes por la boca, entonces cobran sentido.
Esto, lo vengo observando en los animales, que hablan un idioma diferente, no entendemos lo que dicen, pero si sabemos que es lo que nos quieren decir. Por ejemplo, Colás se hace entender, en todo momento sé lo que quiere, porque con sus expresiones, sus hábitos, sus ronroneos o su forma de mover el cuerpo, habla, pide, demuestra.
Estos gatitos que veis en la foto, los escondió su madre en un rincón del jardín, un gesto que habla de protección, de instinto materno. Fue Cati, la perrita de mis suegros, la que nos insistió con sus ladridos para que la siguieramos. Se paró justo enfrente de una frondosa planta, donde mientras nos miraba, ladraba para decirnos, sin palabras: "Ahí teneis algo nuevo". Al mover la planta, nos encontramos con esta pareja de gatitos que veis en la foto. El que mira a la cámara, era el que protegia con su cuerpo a su hermanito, y sin palabras, entendimos perfectamente lo que sucedía, lo que significaba ese acto suyo, valiente, cuando nos miraba y maullaba mientras el otro se ocultaba lo más que podía. Los dos estaban asustados, pero cada uno actuaba de un modo distinto, uno se escondía, el otro plantaba cara. No hubo palabras, porque no eran necesarias. Es fácil entender muchas cosas sólo con verlas. Con la actitud, con las acciones, se obtiene toda la información del mundo, sólo hay que saber mirar. Sin duda, es mejor demostrar que decir. Lo que hacemos es lo que llega, lo demás, vuela.

miércoles, 29 de junio de 2011

VIAS VERDES.


Hace poco fuimos a visitar a una amiga a un pueblecito de Valencia, y lo especial de este acto fue que decidimos llegar hasta allí utilizando la bici. Primero, cogimos un tren que nos dejó en Albuixech, y de allí enlazamos con una vía verde que une varios pueblos de las inmediaciones, hasta que llegamos a Meliana. Estuvo muy bien porque recorres caminos que atraviesan las huertas valencianas, con sus barracas, sus pequeñas acequias y sus labradores trabajando la tierra, algo que me parece muy bucólico, muy de antaño. Pasamos junto a extensos arrozales, bordeando enormes campos de naranjos, seguimos las indicaciones de elaborados carteles con azulejos muy peculiares que hacían propaganda al "Tio Tomaset" y sus deliciosas paellas. Los pueblos iban quedándose a los lados de la senda, con sus campanarios presidiéndolos, destacando en altura sobre los tejados de las pequeñas casas. Muy típico todo, muy valenciano, muy de la "terreta", así que fue un placer disfrutar de esta mañana y esta ruta, que a mi, personalmente, se me hizo corta.

martes, 28 de junio de 2011

LA BOLA SIDERAL.


Esta es la historia de la bola sideral, que es una bola que le compramos a Pichín para que se paseara por toda la casa sin problemas, y sin peligro de que terminara en paradero desconocido o en la barriga de Colás, cosa que es difícil porque Colás es el primer gato del mundo que teme a los ratones.
El hamster, que ha resultado ser un chicote, al principio no se dejaba ver, y ahora sólo quiere salir a pasear, así que, se dedica a armar la marimorena, haciendo un estruendo de mil demonios cuando muerde los barrotes de su casa. Esa es la contraseña, hace mucho ruido para decirnos: "¡sacarme de aquí!". Total, que como es tan pequeñajo y soltarlo sin vigilancia no es seguro, le compramos una bola para hamsters. Se le tiene que meter dentro y cuando Pichín anda, la bola gira y así se pasea por doquier, libre y controlado al mismo tiempo. Hasta aquí todo bien, pero es que Pichín, no es tonto, no quiere bolas siderales ni nada que se le parezca, quiere ser libre, y ha aprendido a abrirla en un santiamén.

Os adjunto video para que veais la marcha que me lleva...

martes, 21 de junio de 2011

PERDER.


Sólo aprendemos el valor de las cosas cuando las perdemos. Cuando abrimos un grifo y han cortado el agua, cuando se va la luz, cuando el calor nos asfixia y la brisa parece haber dejado de existir, o cuando el sol cae con justicia y la sombra se convierte en un lujo, y si no, que se lo pregunten a estos patitos que me encontré en Sant Carles de la Rapita el otro día, aprovechando al máximo la pequeña sombra que proyectaba la papelera, me hicieron pensar en todo esto, en que no sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos.

viernes, 17 de junio de 2011

L´HORTA DE SAN JOAN.


Dicen que el cubismo nació aquí, porque Picasso se inspiró en este lugar, y de hecho, hay un museo en el centro del pueblo dedicado a él.

L´Horta tiene una posición privilegiada, con un paisaje en sus inmediaciones de gran belleza y el parque natural dels ports casi al ladito.

Dimos un paseo por las calles del pueblo, admirando su arquitectura, la iglesia me impresionó, es gótica, y su construcción se inició entre los siglos XIII y XIV, aunque se finalizó bastante después.

El centro del pueblo conserva cierto aire medieval. La plaza es preciosa, con sus pórticos, con edificios singulares, me transportó a otros lugares, en concreto me recordó uno muy especial. El ayuntamiento es renacentista y enmedio de la fachada tiene un enorme mural donde se puede ver a Fernando VII.

El lugar merece un paseo, también una estancia porque hay muchas excursiones para realizar que merecen la pena, aunque nosotros pasamos ligeros, ya de vuelta a casa, y tenemos que volver por allí a hacer la via verde. Esperamos no tardar mucho.

Arriba, podeis ver una de las callejuelas que desembocan en la plaza.

El ayuntamiento y la iglesia comparten ubicación. Tiene mucho encanto ver los dos edificios juntos, pero ¡no cabía en mi cámara la imagen completa!

Con estas fotos tan bonitas os deseo que paseis ¡un muy buen finde!.

jueves, 16 de junio de 2011

PEÑAGALERA.


La ruta senderista de Peñagalera la localizamos por casualidad. Junto al río, vimos una señal que indicaba un camino ascendente, y decidimos subir a ver hasta donde llegábamos, sin saber de cuantas horas era la ruta que, finalmente, no terminamos porque la noche se nos acercaba con más prisa de la deseada. Eso es lo bueno de no ser esclava del tiempo, que te olvidas de que el reloj sigue avanzando, en mi caso porque nunca llevo uno encima, aunque lo normal es que en un momento de felicidad todo pase demasiado deprisa.

No sé si es peor subir o bajar, lo ideal es estar en la cima o en el valle, pero el camino hasta llegar a un sitio u otro, nunca resulta sencillo. Sin embargo, sólo podemos valorar las cosas a través del esfuerzo, al subir, siendo conscientes de lo que cuesta dar cada paso, al bajar, siendo conscientes de lo fácil que es rebalar, en ambos casos la respiración se entrecorta, el camino no es recto, está en vertical, por lo que el peligro de caer te mantiene en alerta convirtiendo así, en un pequeño éxito, cada avance.

Nos sentamos a disfrutar de lo que nos rodeaba en cuanto nos dimos cuenta de que el paisaje se había convertido en un espectáculo. Nos gustó una montaña que tenía en una de sus caras una frondosa vegetación cubriéndola, como un manto, transformada por uno de sus laterales en un barranco. Esperamos observando con paciencia todo cuanto rodeaba a ese lugar, con la esperanza de cruzar nuestras miradas con otro ser vivo, quizás alguna cabra montesa, pero no hubo suerte, aunque el paisaje cubría de sobra nuestras expectativas.

Arriba, dábamos vueltas sobre nosotros mismos, porque miráramos donde miráramos, el sitio resultaba alucinante, la vista podía alcanzar puntos muy lejanos, se podían localizar puertos, pequeños pueblos encajonados entre sierras...rodeados por el abismo, pisando suelo firme aunque con el vértigo pegado a nuestras sombras como una lapa, nos sentimos privilegiados por tener la oportunidad de disfrutar de un lugar así. Estas sensaciones son la gloria, son las que me confirman una vez más, que la naturaleza es mi religión, es lo más místico que conozco, lo que más se aproxima al camino de la vida, al crecimiento interior. En la naturaleza encuentro la esencia del todo, a ese ser que se llama Dios, que está en todas partes, o eso dicen, que para mí es energía y tiene forma de sendero, de árbol, de ser vivo en cualquiera de sus formas o manifestaciones, de mar o de río...La naturaleza es mi filosofía, mi plegaria, mi manera personalizada de rezar y mi cura, donde me encuentro cuando me pierdo, un bálsamo, un llenar de oxígeno los pulmones cuando empiezo a sentir que me ahogo, muchas veces en un vaso de agua, que hasta ellos se desbordan.

Allá en lo alto, rodeada de montañas, pensaba en lo hermoso que sería poder vivir siempre en las nubes, colgada del cielo, pero si siempre estuvieramos tan alto, es probable que termináramos deseando bajar, porque en realidad, todo es necesario, la luz no tiene sentido si antes no has vivido la oscuridad, así que las alturas necesitan su contrapunto sino, resultaría imposible valorarlas.

Peñagalera me aportó serenidad, satisfacción, fue un regalo, un recuerdo que siempre dibujará mi sonrisa. Me trajo sorpresas inesperadas, como el encuentro fortuito con un buitre que pasó casi rozándonos en su vuelo, a la altura de nuestros ojos, apenas a dos metros de distancia. Si hubieramos estado abajo, tan sólo hubiera sido un punto negro, pero allá arriba, estábamos casi en igualdad de condiciones.
Peñagalera me llevó a la improvisación de alguna travesura, me acercó al cielo, bueno, no me acercó, pude tocarlo, rozarlo con las manos al vuelo. Fue un final perfecto para bordar un día inolvidable.

miércoles, 15 de junio de 2011

LA PESQUERA (BECEITE).


La pesquera es una zona que discurre junto al río Ulldemó y que está repleta de pozas, piscinas naturales que se suceden una detrás de otra. Decidimos recorrerla siguiendo el curso del río, hasta donde nos dejó, porque llegó un momento en que avanzar se hizo complicado, pero eso sí, fue muy divertido. Nos dijeron los lugareños que aún nos quedaban, al menos, 5 kilómetros por delante, de río y de pozas, así que hemos de volver a terminar lo empezado.

Los ríos son un canto a la vida, son las venas por donde circula la sangre del mar. Su rumor era tal, que Pedro y yo apenas podíamos escucharnos, pero es que en sitios así, las palabras sobran. Para mí, estos escenarios son tan sagrados como para otras personas pisar una iglesia, así que intento aprovecharlos para profundizar, impregnarme, dejarme llevar por las sensaciones, a menudo, aletargadas.

Además, el silencio, los movimientos lentos, la calma, se instala en ti y te abre puertas a otros escenarios, como la aparición en escena de algún animal, que creyéndose sólo, baja a beber, y se te ofrece de este modo como un regalo. Es algo excepcional y que requiere gran paciencia el tener un encuentro fortuito de este tipo. Lo tuvimos, pero no llegó a materializarse, porque lo espanté con mi espontánea emoción, así que, no sé lo que vi. Primero, al verlo correr, estuve convencida de que era un lobo solitario, Pedro decía que era un coyote, y tras una reflexión compartida terminamos pensando que ni una cosa ni la otra, que seguro que lo que vimos era un zorro. Fuera lo que fuera, fue una ofrenda.

Hacía frío, pero no podía resistir la tentación del agua, que parecía llamarme: "ven, ven, ven...", y acabé mojándome los pies por accidente y las manos por voluntad. No sé el rato que estuve allí, sentada junto a una pequeña cascadita, de esas estrechas y bajas que unen una poza con la siguiente y que dan continuidad a la corriente. Me quedé allí para soltar, como dice mi profesor de yoga, así que solté, en sentido figurado, claro, y dejé correr todo lo que quiero eliminar, lo que sobra y carga de peso "la mochila". Todos esos despojos de mi misma, quizás estén ya en el mar, porque los dejé irse alegremente, allí se quedaron los miedos, las dudas, las largas esperas, allí dejé los sentimientos negativos, se fueron con el agua, ya están desintegrados, porque para avanzar, hay que ir ligera, y la vida en su viajar nos carga muchas veces con "souvenirs" extras.

Cuando "sueltas", el camino se allana, andas más ágil, libre, y cada día se presenta como una nueva oportunidad, porque es así, la vida es algo urgente por su brevedad, así que, hemos de seguir, empaparnos, vivirla en el ahora, algo que olvidamos con facilidad, y las crisis, que nos hacen crecer a todos los niveles, llegan para recordarnos que el futuro no existe, que hay que espabilarse, que hay que rebozarse en el presente, vivir sintiéndote vivir.

Caminamos por el paraje de la pesquera deleitándonos en los detalles. Vimos a las golondrinas volar alborotadas, nos fijamos en las huellas marcadas en la arena junto a la orilla, los peces, alguna rana, tropecientos mil insectos y un lugar especial donde pasar una noche romántica, quizás haciendo una acampada ilegal, pero, ese rincón del mundo es mejor que el mejor hotel de Gran Lujo que se te pueda cruzar en el camino.

Hasta aquí la excursión, he tenido problemas para seleccionar las fotos, de tantas que hicimos y todas tan bonitas...

martes, 14 de junio de 2011

BECEITE.


Creo que es la cuarta o quinta vez que nuestras vidas tienen un cruce de caminos con este pueblo de Teruel. Un pueblo precioso, que para los amantes de la naturaleza ofrece numerosos atractivos, entre ellos, las preciosas excursiones senderistas que se pueden hacer. La última vez, visitamos "El Parrisal", que lo recomiendo sin lugar a dudas, siempre con un calzado que pueda mojarse porque el agua es una constante en el camino, ya que discurre junto al río Matarraña, pero aparte de este paseo de belleza excepcional, en Beceite, las rutas son muchas, y como algunas ya las conocíamos, en esta ocasión nos aventuramos a hacer algunas nuevas.
Arriba, una hoja repletita de mariquitas.

La Font de la Rabosa se encuentra dentro del mismo pueblo, ya que el río lo cruza. Es un rincón precioso, donde pudimos ver saltar a una pequeña rana para perderse entre los juncos. También vimos una pequeña charca con algún que otro renacuajo que me hizo recordar los cientos, o miles, que corrían por las aguas de la Font de les Santes, y con los que jugaba de niña.

En la Font de la Rabosa pasamos un rato muy agradable, mientras esperábamos que se nos hiciera la hora de ir a comer. El agua emitía su música particular, zen total, colapsaba nuestros sentidos, era un modo de relajación porque lo inundaba todo y facilitaba que la mente por unos segundos no pensara en nada, descansara, sin dispersarse.

En la puerta del restaurante llamó nuestra atención un ciclomotor del año catapum, con su música incorporada y todo, esto si que se puede decir que es "Made in Spain". ¿Era para hacerle foto o no?.

Como os decía antes, Beceite tiene algo que a mi me parece un lujo para un pueblo, el río, eso le da mucha vida, porque es lo que es el agua, vida. Abajo, podeis ver una pequeña cascada, de tantas como se pueden disfrutar por esta región. La foto la tomé desde el puente que facilita el acceso al pueblo.

El puente es muy antiguo y muy importante, teniendo en cuenta que es el que ha permitido la comunicación con el mundo exterior cuando el pueblo, en el pasado, ha sufrido alguna riada.

Como vereis, el sitio merece la pena, ya que no sólo el pueblo es bonito, sino que sus inmediaciones, no tienen desperdicio, sobre todo para los que como yo, encuentran en la naturaleza su lugar.

sábado, 11 de junio de 2011

BUITREMAN.


El Mas de Bunyol está ubicado en Valderobres(Teruel).
Sonó el despertador y saltamos de la cama como si fueramos niños la mañana que han pasado los Reyes Magos. No nos pesaba ni el sueño, ni las legañas.
Con la mirada aún borrosa, fui directa a la ventana y a través del cristal pude ver a los buitres tomando posiciones, perfectamente conocedores de que se acercaba la hora de desayunar.

Estábamos con Loly en el observatorio, esperando ver el espectáculo, cuando vimos que los buitres empezaban a alborotarse, y supimos que por el camino subía José Ramón con su coche, que debieron de verlo a kilómetros de distancia. Inmediatamente se aceleró el mecanismo y lo que sucedió a continuación aún me tiene impresionada.

El cielo se llenó de sombras, pequeñas manchas negras allá en lo alto lo dibujaban e iban tomando forma en cada círculo que hacían. Conforme se acercaban al suelo, se identificaba sin ninguna duda, inconfundibles los "dedos" que parecen tener al final de sus alas, las manchas marrones y negras que colorean su plumaje, el cuello largo, la cabeza pequeña, la silueta majestuosa de los buitres leonados.

Cientos, miles, no sé cuantos podían haber, pero salían de todos los rincones, haciendo redondeles y descendiendo un poco más con cada uno de ellos. Extendían sus patas, exhibían sus garras y con toda precisión aterrizaban en el lugar elegido. Algunos, en las copas de los árboles, otros en los riscos, y el resto en suelo firme.

Sobre las 9:30 se abrió la puerta y entró José Ramón con su carretilla repleta de comida, los restos del matadero. Parecía muy pequeño entre los buitres, muy valiente, muy seguro, después de la cantidad de años que lleva a sus espaldas haciendo este trabajo, que es también su pasión. Podeis verlo arriba, volcando la carretilla roja. Los buitres le rodeaban, le perseguían. Le sobrepasaban las rodillas en altura. De como su vida terminó en este lugar, mejor os lo cuenta él si os animais a visitarlo, es muy interesante, y como los buitres, él también ha dado muchos giros hasta encontrar su lugar.

Nos quedamos embelesados viéndolos disfrutar del festín. Entre los buitres, una pareja de alimoches emprendieron el vuelo para iniciar una batalla disputándose el terreno. Al final, parecieron darse cuenta de que mientras peleaban, otros daban buena cuenta de los restos de comida, por lo que, sabiamente decidieron aterrizar en extremos opuestos y allá paz y acá gloria.
Fue maravilloso verles enmedio del festín, persiguiéndose unos a otros cuando algún avispado se abría paso con el pico repleto de carne. Un enredo de plumas, cabezas, aleteos, saltitos, en busca del mejor bocado, que arrebataban al vecino si era necesario.
Todo sucedió con rapidez, y tras el desayuno, los había que aprovechaban para darse un baño, se adentraban en la charca, lentamente, sin prisa, tomándose su tiempo hasta que decidían sumergir la cabeza, revolcarse, para después salir y extender sus alas abiertas de par en par a secarse al sol. Algunos iban más allá y se tumbaban con todo el cuerpo sobre la tierra, en un estado de relajación absoluto.
En resumen, las palabras a veces no hacen honor, creo que este es uno de esos casos. Hay que ir, verlo, disfrutarlo en directo, es un espectáculo increíble, de una belleza indescriptible.

viernes, 10 de junio de 2011

EL MAS DE BUNYOL.


Al fondo, en la imagen, tras de mi, en la montaña, podeis ver un puntito blanco, el tejado de una casa, ese es el Mas de Buñol. Ubicado en un lugar privilegiado y muy especial. No sólo es una casa enmedio del monte, es mucho más, es un observatorio de aves y, en concreto, es una reserva de buitres, así es que nos consideramos muy privilegiados por haber podido pasar en este lugar unos días.

José Ramón y Loly nos recibieron con los brazos abiertos e inmediatamente nos hicieron sentir como en casa. El final del camino te lleva directamente al comedero, por lo que hay que meterse por un sendero "secreto" para llegar a la vivienda. A mí, me chifló, me pareció toda una aventura, porque para acceder al interior había que atravesar un pequeño túnel, exactamente igual que en la casa de "David el Gnomo", parecía una réplica.
La ventana se convirtió en mi televisión. Emitía un precioso documental en directo, mientras que yo, tumbada en la cama, me quedaba obnubilada viéndolos pasar por la pantalla, estaban por todas partes...

La montaña estaba repleta de pinos y riscos, arriba del todo, a bastante altura porque a simple vista no se percibia, tuvimos la suerte de localizar la silueta de dos cabras montesas, con el telescopio, las pudimos ver completamente relajadas, masticando, caminando con una seguridad aplastante junto al borde del abismo.

En cuanto a los buitres, no los veías a simple vista porque había momentos en que no volaban sobre nuestras cabezas, sin embargo, sentías que te observaban, que estaban ahí, y si agudizabas el sentido de la vista, podíamos verlos posados sobre las ramas secas, allá en lo más alto de la montaña. Llegué a contar hasta 16 ejemplares compartiendo el mismo árbol.
De repente, uno de ellos elevó el vuelo y comenzó un baile de extraodinaria belleza. Giraban y giraban, lentamente, allá en lo alto, surcando el viento, planeando el cielo. Tras este pionero, se apuntó un compañero a participar en esta danza majestuosa, a extender las alas, a flotar entre las nubes, y cuando nos dimos cuenta, salieron de sus escondites varios a la vez, mientras que nosotros no dábamos abasto mirando en todas las direcciones.

Volaban en círculos, sobre nuestras cabezas, controlándolo todo, esperando quizás encontrar, un aperitivo, o simplemente disfrutando de la libertad.
Planeaban sin prisa, con sus enormes y anchas alas extendidas, y en su planeo, se hicieron los dueños de ese trozo de cielo.
Esto era sólo el principio, lo mejor estaba por venir...