jueves, 9 de septiembre de 2010

FAIA.


A las cinco y media de la mañana estaba en pie, ¡y todo por un malentendido con el idioma!.
Amanecer es un placer cuando no se tiene la obligación de hacerlo, ya dice el refrán que sarna con gusto no pica. Cecile, se tropezó conmigo en el pasillo y me explicó que hasta las ocho y media no pasarían a darnos instrucciones, así que, yo que ya había desayunado y todo, aproveché para salir fuera y seguir leyendo más cosas sobre los lobos. Dicen que a quien madruga Dios le ayuda y pude ser público de primera fila al ver como un halcón se lanzaba veloz en la persecución de una tórtola que le sirvió como desayuno. Después, se acercó el gato comunitario que teníamos, que bauticé con el nombre de Medianoche. Entraba y salía al libre albedrío por las ventanas de la cabaña, y nos hacía zalamerías para conseguir alguna chuchería. El tiempo iba pasando y llegó el momento de ver como asomaban los primeros rayos del sol. Ver amanecer,¡es un milagro!, porque cada día es un regalo, así que si encima puedes disfrutar de este espectáculo en un precioso bosque con los lobos cerca, entonces eso te convierte en una persona afortunada. Estoy muy agradecida por estos pequeños momentos que son los que contienen la felicidad.
En la foto de arriba podeis ver nuestra casa. La segunda empezando por arriba, o la tercera empezando por abajo.

Henrique distribuyó el trabajo del día. Me emparejó con Chris y nos mandó junto con Carlos,(otro voluntario del que ya os hablaré), y Virgilio,(se merece un post para él solito, y lo tendrá), al "sanding". No tenía ni la más remota idea de qué era eso del sanding, y lo descubrí, ya lo creo que lo descubrí, de hecho del "sanding" saqué la lección del día: "Jamás comprar una casa de madera salvo que puedas pagar a alguien para que haga este tipo de trabajo".

Lijar la cabaña es una tarea tan importante como limpiar el recinto de los lobos, vigilar para la prevención de incendios, o preparar los alimentos. Este centro cuesta mucho dinero mantenerlo, y gracias a los voluntarios, se puede conservar en perfecto estado de revista, de manera que el dinero que se pueda ahorrar de hacer este tipo de trabajos necesarios, se destina a la protección de los lobos en libertad, y al mantenimiento de los que están en cautividad. Ya os iré contando la cantidad de cosas que se hacen para conseguir que un día estos animales preciosos dejen de tener la etiqueta de: "En peligro de extinción".
En la foto de arriba, mi compañero, Chris, con el que he me he reído muchísimo. Este día en concreto, terminamos del "sanding" con polvo hasta en las pestañas, pero nos divertimos y practiqué mi inglés, que no era nada fácil entender el acento cerrado de Chris.

Otra tarea encomendada en mi primer día, fue pasear a Giló, que es este Coquer Spaniel que veis conmigo en la foto. ¿Y quién es Giló?, pues un perro policía jubilado que estaba especializado en el rescate de personas y localización de drogas, ¡ha salvado muchas vidas!, así que, ¿no creeis que se merece la mejor de las jubilaciones?. Me gustaba mucho pasear a Giló, ¡le encantaba comer piñas y morder mangueras!. Este día hicimos juntos la vigilancia en la parte alta de la colina, donde subíamos para asegurarnos de que no había humo en las inmediaciones. Supongo que habreis escuchado en las noticías que Portugal estaba siendo invadida por las llamas. Pues fue así, año tras año es así, y al final, donde había bosques autóctonos con alcornoques, pinos y encinas, plantan eucaliptos y la pifian. La invasión de este árbol australiano es espeluznante, y las gentes mayores del lugar nos explicaron lo que ya sabíamos, que es supernegativo porque no deja crecer nada, y encima transmite enfermedades a los árboles autóctonos. Hay gente que ve que todo es muy verde, cuando en realidad, ¡ya no hay bosques!, al menos los bosques que tienen que haber.

Arriba, un primer plano de Giló que este primer día tuvo sesión triple de paseos. Uno de ellos lo dimos todos juntos, descubriendo las inmediaciones del centro, y también empleando tiempo en conocernos un poco mejor.

La zona de picnic la suelen utilizar los niños que visitan el centro con sus colegios. Chris y yo la limpiamos y junto con Sebastian, Pedro y Henrique, llenamos el jeep de broza que fuimos recogiendo. Como recompensa, Henrique nos llevó hasta el lugar donde nacieron Faia y Soajo. Su madre, Aura, escarbó una cueva debajo de la tierra, donde parió y pasó dos semanas cuidando de sus lobeznos, mientras Zimbro, el padre, le proporcionaba todos los cuidados necesarios y le acercaba el alimento.
Los lobeznos nacen ciegos y sordos. Se valen del olfato para llegar hasta la leche de la madre. Abren los ojos entre los diez y trece días. A las cuatro ó cinco semanas, se aventuran a acercarse a la entrada de la guarida. A las siete u ocho pueden alejarse hasta un kilómetro para explorar el territorio.

Para finalizar, después de un día agotador e intenso, llegó el gran regalo, ¡grandísimo!. Fuimos a ver a Faia y nos obsequió con sus aullidos. Las emociones salieron a flote, a flor de piel. Se me puso un nudo en la garganta al pensar que puede llegar el día en que no se escuchen sus llamadas nocturnas a otros miembros de la manada, ¿cómo podemos estar tan ciegos?. El lobo me parece una víctima de la ignorancia, pero ya os iré explicando porqué.
Los ojos de Faia fueron mis primeros ojos lobunos y esa mirada no podré olvidarla jamás. Faia es la más sociable de todos los lobos del centro. Es una hembra Alfa, vive con Soajo, su hermano, y siempre salía a recibirnos. Tengo unos videos y unas fotos preciosas de Faia, y es una pena que no podais verlos por una política de privacidad del centro, son para uso y disfrute personal. Sigo pensando que es una pena, porque cambiaría el concepto negativo que tienen algunas personas de los lobos, pero las normas son las normas, y no seré yo quien las rompa.
De nuevo Félix en mi cabeza, y sus palabras recordando la primera vez que vió un lobo al que salvó espantándolo del lugar, a los doce años de edad, cuando fue invitado a participar en una batida:
"Lo que vi, no se me olvidará jamás: un animal hermosísimo, un animal grande, de color gris, un animal parado que miraba exactamente en mi dirección.(...)Pero lo que más llamó mi atención fueron sus ojos de color amarillo acaramelado, que me miraban con nobleza. Unos ojos con un gran interrogante, de los que se desprendía, quizá, una queja:¿por qué me perseguís?, ¿por qué quereis acabar conmigo?, ¿por qué quereis matarme?, si necesito la carne para vivir, si tengo la obligación sagrada de sacar adelante a los míos, si yo también tengo mi loba y mis lobeznos, si puede haber carne para todos...
(...)Aquel animal no tenía nada que ver con la bestia feroz, malvada, sanguinolenta y sucía que me habían descrito. Era un animal hermosísimo,(...), la más acabada representación de la fuerza, de la libertad, del palpitar del corazón de la Madre Tierra".

2 comentarios:

carmen dijo...

Hola Lorena, que viajes tan bonitos y que cosas tan majas haces.
Es muy interesante lo que dices y enriquecedor, pues estar con otras personas de otros países, con otra cultura y costumbres eso abre mucho la mente.
Guapa, me alegro que te acuerdes de mi cuando escribes tus entradas, pero hazlo positivamente, pues cuando te dije que eran muy largas tus entradas lo dije en señal de admiración, no en ningún otro sentido eh, aclarado, pues eso.
Besicos y nos seguimos leyendo.

Lorena dijo...

Carmen: Sí, la mente se abre así, se abre a otros mundos, se aprende a respetar, se comprenden mejor las cosas y se desarrolla la empatía. Nunca me tomé tu comentario de manera negativa Carmen, ¡para nada!, me hizo gracia y no puedo evitar pensar, "mareeee, ¡que largo el post!, ya verás cuando lo lea Aguas Vivas...", pero de forma hiperpositiva, claro que sí. Lo dicho, ¡nos leemos!. Muchos besotes solete!!!