jueves, 1 de julio de 2010
AGITADORA DE RECUERDOS.
Los olores y los sabores nos hacen viajar en el tiempo y en los recuerdos.
La semana pasada, después un largo día trabajando en la reforma de la casa del pueblo, cuando ya en mi piel no cabía ni una partícula de polvo más, tras una placentera ducha que me dejó como nueva, me dí el lujazo de merendar pan con crema de cacao, recordatorio de aquellas meriendas infantiles que sigo prolongando en el tiempo. Esto no tendría nada de especial si no fuera porque en este pequeño gesto, totalmente rutinario, encontré un gran momento de felicidad.
Me vinieron a la cabeza un montón de recuerdos de niñez, de cuando jugaba en la calle con una goma elástica bocata en mano, o cuando a escondidas me metía en la cocina haciendo equilibrios sobre una silla para alcanzar el bote de tan suculento manjar, que mi madre tenía que esconderme para que no me lo comiera a cucharadas de una sola sentada.
Cuando me hacía yo el bocata, pesaba el doble que cuando me lo preparaba mi madre. Salía por cada rincón la crema de cacao, y untaba la parte del pan donde estaba el corte para que se me pusieran los morros negros, como pintados de carmín, casi hasta la nariz.
Fue fácil regresar con el recuerdo a la calle donde pasé mis primeros años de vida, con vecinos que más que vecinos eran familia. Cuando la vida se hacía más en la puerta de casa, con el de al lado bien cerquita.
Regresé al rincón del mundo donde crecí, donde de vez en cuando todavía me dejo caer, para encontrar en cada esquina el eco de las risas. Cada portal guarda un significado muy especial para mí. En uno hacíamos teatro, en otro encontrabámos al abuelo Daniel un poco desmemoriado sentado sobre su silla de madera con formas redondeadas y apoyado sobre el bastón, mientras la abuela Dolores, que era su mujer, estaba en la cocina con la olla exprés en marcha y el olor del guiso inundándolo todo. La puerta de la señora Pilar, que me encantaba abrir porque tenía un pomo giratorio muy divertido a mis ojos de niña, donde me gustaba asomar la cabeza todos los días para saludarla. El señor Luis, que salía religiosamente cada mañana a comprar el periódico deportivo hasta el kiosko de la esquina, y siempre que iba a su casa estaba viendo el fútbol, o eso me parecía a mí. Amparín que era soltera y hacía muchas preguntas. El tapicero que trabajaba en la planta baja de un gran almacen donde nos encantaba colarnos a investigar las telas y muebles viejos que acumulaba. La señora Fina, que era sorda y había que hablarla con gestos exagerados y con la lentitud en los labios. La señora Carmen, que tenía muy mal genio, y nos provocaba siempre tocar su timbre para salir corriendo a escondernos, como alma que lleva el diablo, antes de ser pillados y severamente reprendidos por nuestro comportamiento. La tienda del Señor Adolfo donde iba todos los días a marcar productos y a ayudar a la señora Pepita a anotar el precio que salía en el peso de la carne que ella despachaba. Después, subía a ver a la abuela Luisa que me repetía la misma pregunta cada dos minutos, y así podría seguir durante horas, pero prefiero no aburriros con todo lo que da de sí el bocata repleto de crema de cacao que me comí. Pensamientos atropellados a cada bocado, desde el principio hasta el final. Es curioso como se relacionan algunas cosas con otras, pese a la distancia en el tiempo y en el espacio. Sin duda, hay momentos que nunca se borran de la memoria, y sin duda, nos podemos dar de bruces con la felicidad en el lugar donde menos lo esperamos. Aquella calle ya no es lo que era, ya no están los que estaban, pero aún así hay cosas que permanecen intactas y nunca cambiarán, al menos en la memoria.
Foto: Aquí.
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7 comentarios:
Qué bonita entrada Lorena! Me ha gustado mucho! Y es verdad que olores y sabores te transportan en el tiempo. A mi me pasa muchas veces. Es curioso como te marcan ciertas cosas sin saberlo. Besitos
¿Dónde están en España esos botes de nutella de kilo? ¿Te acuerdas? jajaja...
Aunque me se de una que dentro de poco se irá a cierto sitio.....
Me ha encantado el post, un beset guapa.
Alicia: Gracias Alicia!, es cierto que hay cosas que se esconden en nuestro cerebro y de repente, ¡zas!, se desencadenan!!. Besets!.
Alejandra: A ese sitio secreto, iré en moto, así que no sé si va a caber otra vez el cacharro ese tan grande. No puedo hablar en público de eso hasta que suceda porque hay alguien que va a llevarse una sorpresa y las sorpresas requieres silencio. Ya te contaré a ver. Besitos!!!
Hola Lorena,
Me ha gustado tu post, a mi también me pasa con algunas cosas, los sabores y los olores nos recuerdan a lugares y a situaciones y a gente y es genial :)
Un saluwiki sabadero :P
Aniwiki: Es algo casi mágico, ¿verdad?, como viajar en el tiempo. Besets!!
Todo está en nuestro cerebro, como una de esas bibliotecas inmensas, con escaleras rodantes para llegar a todos los rincones...
Acrobata: Y el cerebro tiene recovecos por donde a veces se esconden los recuerdos, los sueños, y cuando algo conecta, de repente, ¡se recuperan!, es algo verdaderamente mágico.
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