jueves, 25 de agosto de 2011
MONUMENTO A WILLIAN WALLACE.
Subimos a lo más alto, para acercarnos a las nubes, para disfrutar del paisaje y para rendir homenaje al héroe de Escocia, movidos por un sentimiento fugaz de patriotismo, solidarizándonos con los castigados norteños, continuamente luchando para evitar ser invadidos por los ingleses. Porque nos parece que es muy duro que no te dejen ser tú mismo, y del mismo modo debe de ser agotador que tus vecinos se quieran quedar con tu casa y pretenda anular tus costumbres.
William Wallace es conocido por todos gracias a la película Braveheart, y en Escocia es lo más, por eso, muy cerca de Stirling en cuyo puente ganó la batalla contra la ocupación inglesa que le hizo famoso, está el monumento que lleva su nombre, una torre que se construyó gracias a una campaña de recaudación de fondos.
El monumento en sí nos atrajo por su ubicación, en la cima del monte Abbey Craig. Para llegar hasta allí se puede subir andando a través de un bosque, opción que elegimos, o bien usar el minibus que hace el recorrido y que va incluido en las entradas.
Para acceder hasta la parte más alta de la torre, se tienen que subir 246 escalones por unas estrechas escaleras de caracol no aptas para claustrofóbicos. En la subida hay dos salas dedicadas a la figura de Willian, donde también se exponen objetos que dicen pertenecieron a él, entre ellos la espada de 1,67 metros de larga, y es que eran muy grandotes por aquel entonces.
Llegar a la terraza de arriba impresiona, por la altura y por las vistas increibles de todo el contorno. Venciendo el vértigo y el hormigueo que sentía, hice un esfuercito por asomarme.
Mi momento mágico fue cuando tuve la ocasión de quedarme sola, allá en lo alto. Era la hora de cerrar la torre, sonó una alarma que avisaba de que había que empezar a desalojar el edificio, así que, aprovechando que Pedro se había ido por delante junto con el resto de personas, me quedé allí, sintiendo por un momento la serenidad de no sentir, que es paradójicamente cuando se siente todo, un lio. Me quedé tan solo disfrutando de lo que me rodeaba, y en ese momento, por un instante, me pareció que en el mundo no había nadie más que yo, hasta que volvió a sonar la alarma y bajé como una moto las estrechas escaleras de caracol, no fuera que por soñar despierta terminara encerrada con el espíritu de Wallace, que si está, seguro que deambula por su monumento como Pedro por su casa.
Volviendo al Sr.Willian Wallace os contaré algo más sobre su vida, porque al fin y al cabo, el lugar se ha construido en su honor. Nació allá por 1270, aunque no se conoce con certeza la población, hay disputas en cuanto a esto, pero se cree que fue en Elderslie.
Hablaba francés, latín, gaélico e inglés, gracias a que fue internado durante un tiempo en una abadía en la que residía su tío paterno.
En 1297 arrasó por completo al ejército inglés, pero en 1298 los escoceses fueron desvastados por los ingleses y él logró huir de los intentos de capturarlo hasta 1305.
Un tal John Menteith fue el que lo delató y le condujo a una muerte atroz. Lo desnudaron, lo arrastraron atado de los talones a un caballo desde Westminster a Smithfield. Fue ahorcado a una altura que no fuera suficiente para romperle el cuello, descolgado antes de que se ahogase, castrado, le sacaron las vísceras y quemaron sus intestinos delante de él, para terminar decapitado y descuartizado. La cabeza fue exhibida sobre el puente de Londres sumergida en alquitrán, vamos que, con esto quiero decir que John Menteith se cubrió de gloria y por eso se le conoce como False Menteith.
Espero no haber herido la sensibilidad de nadie describiendo la muerte de este señor, pero creo que se tiene que saber, porque para eso se molestó alguien en escribirlo en los libros de historia.
La enorme espada de la que os he hablado antes.
Y por último, el empalagoso pastel que me metí en el cuerpo antes de subir la colina. Está hecho con galleta, caramelo y chocolate, pero para mi gusto es demasiado dulce, aunque allí es muy típico este tipo de pastel, se encuentra en todas las cafeterías, restaurantes y hasta lo venden en las tiendas con forma de caramelos.
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4 comentarios:
Menuda muerte tuvo el tal Sr.Willian Wallace. Que tiempos aquellos.
Por lo que cuentas y nos enseñas el viaje muy bonito.
Besos.
Carmen: Muerte tremenda el pobre. Pero, es lo que hay, lo mejor del viaje está por venir, es el final: ALUCINANTE. Besicos.
Me ha gustado eso de "deambulando como Pedro por su casa" :) Por cierto, desconocía con tanto detalle la muerte que le dieron a Wallace. Seguramente, si preguntamos por él en Inglaterra no nos lo pinten tan bueno los aguerridos ingleses...
Un buen post que da idea de lo que alguien se puede encontrar si se anima a visitar el lugar sin mente de turistón.
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Perico: Es que lo leí y me impresionó. En "Braveheart" sólo recuerdo el final de la peli, su muerte, y ya nunca más he vuelto a verla, sobre todo porque no es ficción y eso me hace pasarlo mal. No creo yo que nadie merezca morir así, pero antes no se andaban con chiquitas. Gracias por la visita, ha sido una sorpresa. Kilo y medio.
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