ANDORRA.

Cuando llega a nuestras vidas esa palabra mágica en la que deleitarse, VACACIONES, una cierra el chiringuito y desaparece de los escenarios que puedan resultar rutinarios. Ya de regreso a la normalidad, ahora toca recordar, porque aún estoy flotando después de las experiencias que he vivido este año.

El destino elegido tenía como fin un proyecto medioambiental del que os hablaré más adelante, ya vereis qué especial ha sido, pero antes de llegar al mismo se nos cruzaron los cables y tomamos, de un modo un tanto precipitado, la decisión de ir hasta el lugar en nuestro propio coche, aprovechando un par de semanas para sumergirnos en la cultura del país y conocer sus espectaculares paisajes.

Primera parada: Andorra. Estuvimos dos días y "recogí" el regalo de cumple que me hizo Pedro. No conocíamos Andorra y me sorprendió porque no me la imaginaba así. Me pareció que estaba encajonada, y no sé si la palabra es la adecuada, pero sí, está entre montañas, es un país chiquito y curioso.
Me llamó mucho la atención un coche que pasó anunciando por los altavoces que la vecina Adelaida no se qué, había fallecido, y estábamos todos invitados a su funeral.
En la foto de abajo podeis vernos reflejados en el cristal mientras esperábamos el autobus.