lunes, 27 de diciembre de 2010

MOMENTOS.


Llegó Greg y pasamos junto a él unos días inolvidables. Llegó como un ángel para darle chispa y alegría a estos días en los que a mi se me encoge el corazón al pensar en todos aquellos que no tienen la fortuna que tenemos nosotros, en todos a los que la Navidad les pesa especialmente porque la nostalgia golpea con más fuerza, en el consumismo desmedido donde se ignora por completo las consecuencias que tienen nuestros actos...
Sin embargo, algo trae el frío mes de Diciembre, algo que flota en el ambiente, algo que se palpa, que es lo que mantiene viva la magia, aunque sea con el recuerdo de la infancia, la sonrisa inocente de los sueños cuando se cree en ellos, o los saltos bañados en cava de las personas a las que le toca la lotería, que a mi me hace llorar, porque ¡es tan difícil ver a la gente feliz!. Curioso que llore porque otros ríen, pero es llanto de pura emoción.

Los mejores momentos han sido aquellos que han recogido las más hermosas sensaciones, momentos chiquitos que podrían haber pasado desapercibidos pero que he vivido con intensidad, que abrazan nuestras almas, como un chocolate caliente en buena compañía junto al fuego encendido cuando fuera hace un frío del carajo...

El camino lento, en absoluta soledad, por las calles del pueblo con el humo de las chimeneas confirmando que no está abandonado, el eco de mis pasos, un ligero viento que corta la piel, el olor a madera quemada inundándolo todo, la bufanda enrollada en la cara como me la ponía mi madre los días de invierno para ir al cole, y justamente como odiaba que me la pusiera. Antes me sobraba calor, ahora gana terreno el frío. El aroma a dulces al entrar en la panadería, repleta de un ambiente cálido que desprende el horno en su trabajo, olor a anís. La generosidad de las ofrendas: "serviros un poco de moscatel", "comeros un pastelillo", "sentaros junto al brasero"...

La tradicional visita al Belén del Hospital, con su día y su noche, con sus villancicos, sus figuras en movimiento, sus estrellas, su desierto, su nacimiento, los peces en el río, el molino de trigo, y lo más importante, Mosen Manuel, sentado en su motorizada silla de ruedas, el verdadero protagonista, que siempre me coge la mano y la aprieta fuerte, que tiene un corazón de oro.

Una Nochebuena con los seres más queridos, con un Papá Noel diminuto al que le picaba un poco la barba y que decidió entrar por el balcón, como debe de ser. Una renita tocando la campanilla para anunciar la tan esperada llegada, luciendo su buen par de cuernos traidos desde Laponia.

Para finalizar, la visita a la residencia de ancianos donde se aloja Marina, que se pasea por el edificio con el carricoche y el bolso, no se lo vayan a quitar, su cara de felicidad, su ilusión, el saludo cariñoso de los residentes, el recuerdo de las visitas en ese mismo lugar a la abuela Custodia, el Belén en un rincón, la mesa ya vacía de dulces porque los ancianitos se llenaron los bolsillos de polvorones en cuanto los pusieron, para llevárselos a su habitación y darse un atracón que ha tenido como consecuencia una inundación de diarreas...
En estos sitios es donde está el espíritu de la Navidad, en esos momentos, en esas gentes, en las sonrisas que alguien, generoso, nos regala, aunque no nos conozca de nada, en las miradas de complicidad, en cada brindis, en los niños que miran al cielo y ven pasar un trineo, porque lo ven, y además, te dan todo lujo de detalles. Espero que las vuestras hayan sido tan cálidas como las mías, y ahora, a hacer frente a la última semana de este año.

7 comentarios:

Silvia - Desenredando el hilo rojo dijo...

Preciosos momentos, sí señor. Me encantan.

Anónimo dijo...

Recuerdo que estuve con vosotros viendo el belén del hospital, lo que no sé en que fechas creo que en las navidades del 2004-2005. Nosotros las navidades las hemos pasado aquí, en Alicante, la nochevieja las pasaremos con la familia de Santander.

Felices Fiestas y muchos besos

Lorena dijo...

Silvia-Desenredando el hilo rojo: ¡Hola Silvia!, ¡feliz Navidad!, muchas gracias por la visita y el comentario. Espero que las navidades del año que viene pueda seguir tu blog y que salga por ahí un/a pequeño/a...¿será posible?, ojalá...Un abrazo.

Franky: Sí, Dani, lo recuerdo. No falto a la cita todos los años, me gusta mucho ir y empaparme de cada rinconcito. Pasarlo muy bien por allá arriba. Muchos besotes a los tres y ¡feliz Navidad!

Paulittta dijo...

Hola!!

Hace mucho tiempo que no voy a ver el Belén, a ver si se pone buena mi nena y la llevo porque seguro que le encantará.

Yo he tenido unos días de trabajo, acabé ayer el último concierto, y de comer mucho con la familia, casi ha sido una maratón!! Lo mejor, sin duda, la compañía :-)

Nos vemos el 4!!

bessissssss

Lorena dijo...

Paulitta: ¡Hola!, si, es cierto que a los niños les encanta, porque ellos ven el mundo con otros ojos. Ya queda menos para el 4, ¿y alguien sabe la hora y el sitio?

Cecilia dijo...

Marina es la mujer del pueblo a la que visitabas mucho, no? No sabía que estaba en una residencia. Le hará muy feliz que vayais a visitarla. Qué grandes sois!

Lorena dijo...

Cecilia: Si, Marina, mi vecina, una de las mujeres más independientes del mundo, y también muy moderna para sus años, por eso en el pueblo ha sido, a veces muy, incomprendida con su mente abierta. Es un placer visitarla, no nos supone ningún esfuerzo, y si, la hace feliz. Si yo soy grande, tu eres gigante.