miércoles, 12 de mayo de 2010
VISITA.
En cuanto traspasamos las puertas se acerca a nosotros una mujer, con su pelo canoso, su bata, su collar de perlas y nos dice todos los piropos que se le ocurren.
- ¡Qué hermosa eres!, ¡pareces una reina!.
- Señora, ¡usted si que es una reina!.
Me regala una sonrisa sincera, de esas auténticas, y aprovecha para contarme sus penas, porque está deseando hablar, con quien sea, aunque sea una desconocida.
En los pasillos es difícil que alguien no se acerque a darte conversación.
Un señor que me parece muy elegante, me anima a leer un poema que hay colgado en un rincón del tablón de anuncios. Un poema que sale de las entrañas de un hombre llamado Diego, en el que le describe a su mujer, Mercedes, los momentos que han compartido juntos hasta el día de hoy. En esa poesía le hace memoria, le recuerda el momento en el que le dijo:
-Mercedes, yo te quiero.
Y Mercedes le contestó:
-Diego, yo a tí también.
Tuvieron después de esto cuatro hijos, y ahora viven juntos la vejez recordando aquellos tiempos en los que los cuerpos no flaqueaban, ni dependían de los demás.
Con un nudo en la garganta y la humedad empañando mi mirada, me doy la vuelta para decirle al señor que me ha mostrado el escrito, que sí, que es realmente precioso. Él sonríe y me contesta: "ya te lo decía yo". Se marcha apoyándose en el bastón con una sonrisa en la comisura de los labios. Entonces pienso que quizás sea Diego.
En la planta de arriba hay una señora que se llama Maruja, parece muy coqueta con sus uñas pintadas de rojo. Me sonríe cuando paso por su lado, y en cuanto se despistan las cuidadoras coge un puñado de galletas para repartirlas entre sus compañeros, y va y viene, y va y viene, del carro de la merienda a la sala y viceversa, galletas en mano, riéndose de su habilidad. Aprovecha que puede andar, el resto no puede hacer lo mismo.
La siguiente sala es especialmente dura. Un lugar donde más de una persona debería sentarse para aprender una gran lección de golpe.
Los gritos retumban en los rincones de la habitación. Llantos sin control. Miradas que no miran. Ojos ausentes. Cuerpos que se atrofian, almas que se apagan. Me parece que el mundo entero gira a mi alrededor, como una sentencia, como un despertar a la cruda realidad. Veo un resumen de muchas vidas en todos esas miradas que se clavan en mí. Surgen de las voces palabras sin sentido que flotan en el aire, sin respuesta. Algunos ya no hablan, ni andan, ni te devuelven la sonrisa. Me parece que la vida es cíclica, que al final de la misma se vuelve al principio. Lloran cuando ven el reparto de la merienda para que no se olviden de que están , que siguen respirando y necesitando alimento. Hablan en voz alta para describir sus vidas pasadas. Hay una mujer que está en su casa buscando a su hermano, otra con la vecina de enfrente, una hace la comida, otra discute con el marido...ocupadas todas, alzheimer devorando la memoria del presente, quizás mecanismos de defensa en algunos casos, para volar, para ausentarse de la realidad.
Me cuesta digerir lo que estoy viendo. La tristeza se descuelga en cada pliegue de la piel, como compañera inseparable de la vejez. La soledad late en las miradas. Me imagino esa vida de todos los días igual, deambulando por los largos pasillos, con el aire viciado, con ese panorama atroz, difícil de digerir. Me dice un residente que el que no está majara, se vuelve.
Cuando me voy, sale a despedirme el señor del bastón, el que pienso que es Diego, y me sonríe, con una sinceridad absoluta, con un brillo en los ojos que no creo que pueda olvidar, llena la mirada de recuerdos y el corazón buscando la luz de la esperanza.
Foto:Aquí.
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10 comentarios:
Hola Lorena:Precioso post, me he emocionado al leerlo, porque sé muy bien de lo que hablas. Mi abuela murió de esa terrible enfermedad ,se dice que ataca a la mente de los enfermos y al corazón de las familias. Recuerdo esa mirada perdida de la que hablas, sus fases agresivas en las que pegaba puñetazos y cuando le advertías que eso no se hacía, ella respondía pero si no fui yo, fue la otra. Vivir con un enfermo de Alzheimer es una auténtica locura, primero porque te llega a desquiciar, necesitan atención las 24 horas del día y segundo porque te parte el alma ver que un ser querido no se acuerda para nada de su vida, se vuelven como bebés o peor porque los niños chicos van aprendiendo y ellos olvidando. Te podría contar miles de anécdotas como cuando se miraba en el espejo y decía que no entendía como esa mujer estaba siempre allí observándola y haciéndole burla a lo que ella hacía. Ainssssssss que penita!!!!
Muchos besos Lorena.
Belén: ¡Muchas gracias Belén!, es muy triste, la verdad, a mí esto del alzheimer me llega al alma. No sé para quien es más duro si para la familia o para el enfermo que está tan desorientado, y regresan atrás y nada es igual. Es difícil para todos. Un abrazo muy fuerte y un recuerdo muy especial para tú abuela. Me ha impresionado la anécdota del espejo.
Hola Lorena,
Desgraciadamente ésto cada vez es más frecuente en nuestras vidas, como dices, parece una vuelta a nuestro origen, donde somos dependientes e indefensos...muy duro.
Tu relato me ha parecido precioso, lleno de dureza y realismo pero sin olvidar esas miradas, que a veces, parecen transmitir un ápide de cordura.
Besirrinines
Mayte: Sí, es cierto, hubo una mirada en cuestión que me traspasó el corazón, por su dulzura, los ojos hablan y sí se saben escuchar te dicen muchas cosas. Me impresionó todo mucho, salí tocada de allí, como siempre que piso estos lugares, sin embargo, me gusta visitar a estos ancianos tan especiales, que me enseñan tantas cosas que no se pueden ni siquiera intentar describir.
Besets.
Pd: No hay manera de entrar a tu blog hoy, sale una pantalla rara y pide contraseña.
Son momentos y lugares muy duros. Creo que todas hemos acompañado a familiares muy cercanos en estos momentos. Yo me siento muy pequeña y triste pero intento sacar fuerzas y hacer que no me vean así. Te aconsejo el video de hoy te gustará :-) besiwikis
Aniwiki: Ahora me paso por tu blog. Gracias por el comentario, besiwikis!!
Que te voy a decir que no te hayan dicho nuestras amigas. Tengo un primo, que antes era todo vitalidad y ahora da mucha penica de verlo, parece un niño.
En la entrada he visto unas manos y me he puesto contenta, una cosa que siempre me ha llamado la atención ha sido las manos de las personas mayores, me acuerdo mucho de unas cosas que hacía mi madre con sus manos, me decía mira hijamia como tengo las manos y resulta que mis manos ya se van pareciendo a aquellas manos que tanto quería.
Besicos y sigue con estos relatos tan bonitos.
Carmen: ¡Hola Carmen!, es que las manos dicen mucho de una persona, o a mí me lo parece. Y las manos de una madre o de una abuela no se olvidan nunca, porque son las manos que nos han guiado por el camino de la vida,de las que nos colgábamos de chiquititas y al cerrarse sobre las nuestras parecía que ya no pudiera pasarnos nada. Muchos besines, gracias por la visita!
Hola Lorena, pues sí, un relato precioso, me he visto a mi misma caminar por esos pasillos. A mi las personas mayores solas o con enfermedades así me dan mucha pena, son como velas a punto de consumirse. Pero como ha escrito Mayte, aunque se vuelvan ninos pienso que todavía se dan cuenta de las cosas y tienen sentimientos. Seguro que tu familiar valoró mucho tu visita. Besicos
Alicia: A mi también me da pena pero creo que merece la pena visitarlos aunque no te reconozcan, te miran, te sonríen y eso es muy gratificante, es una manera de que sepan que no están solos, aunque no te conozcan. Un abrazote bonica!!
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